Percy

91 12 8
                                    




Percy estaba soñando que una gran trucha le cacheteaba la cara con la cola, abrió los ojos, y vio a una gran trucha cachetearle la cara con la cola.

-          ¡Despierta Percy! - decía la trucha Frank – ¡Se están ahogando!

Percy volteó y vio la mitad del Argo III en el fondo del mar, Nico estaba sujeto por su mochila a una madera, flotando inerte, al igual que Leo, sujeto por su cinturón al timón, levantó la mirada y vio la sombra de Piper en la superficie a salvo, pero sin poder ayudar. Fue rápidamente hacia Leo que estaba más cerca, puso una burbuja de agua, y pidió a Frank que se encargara, inmediatamente fue hacia Nico, puso la burbuja y lo sacudió como Annabeth hizo con él.

-          Ey! ¡Chico calavera! ¡No te permitiré morir en el reino de mi padre!

Lo sacudió hasta que, por fin, pareció reaccionar, toser agua. Percy lo ayudó a descolgar la mochila enganchada y liberarlo, Volteó y vio aliviado que Frank también lo había conseguido

-          ¡Hey! ¡Disfrutaste demasiado esos golpes! – dice Leo a la trucha Frank, mientras se acaricia la mejilla.

-          ¡Te despertaste demasiado rápido! – dice Frank, aunque Leo no lo entienda.

-          Ok ok, estamos a mano - responde Leo, luego mira tristemente a su alrededor – mi barco

-          ¡¿Dónde están los demás?! - Pregunta Percy

-          En el cielo – responde Nico

La cara de Percy empalideció.

-          No, literalmente en el cielo – dice Nico – las velas elevaron la proa hacia las nubes.

-          ¡Tu! – dice Percy enojado

Pero no se dirige a Nico, por detrás de él, está la diosa Cim, flotando como si nada.

-          Ey! ¡Teníamos un trato! ¡¿Qué paso?!

-          Lo siento hermano – dice Cim. – ¡No quise hacerles eso! escucho tus plegarias, ¡y son muy buenas! me llamas hermana y me pides misericordia.

En ese momento, Percy se alegró de que los dioses no entiendan mucho el sarcasmo.

-          ¡¿Y por qué no honras tu palabra?! – dice Percy agitando la Anaclusmus como si fuera que podría hacer algo ante la imponente diosa.

-          Por supuesto que lo intento, pero no sé qué pasó, no lo puedo controlar. – dice Cim visiblemente alterada.

-          ¿Cómo que no lo puedes controlar?! ¡¿Acaso no eres la diosa de las tormentas?!

-          Las tormentas implican control de agua y vientos -dice Cim- pero siento están en conflicto y no sé cómo arreglarlos.

-          Baja a mis amigos del cielo – intima Percy

-          ¡¿Hermano, que no oyes?! ¡No puedo! No tengo control. – gruñe Cim, más que furiosa, parecía preocupada.

Percy bajó su intensidad, ella debía decir la verdad, ¡¿acaso no era por lo que estaban pasando todos?! Una diosa tan poderosa como ella, no debe sentirse cómoda de perder el control así de repente.

-          ¿Tienes idea de que está ocurriendo? – baja la intensidad Percy, además de bajar la espada.

-          No tengo idea – dice Cim – No sé lo que pasa, los vientos y el mar no trabajan coordinadamente, no te puedo ayudar. ¿Los mortales dicen "lo siento" verdad?

Percy Jackson y la Tormenta en el Olimpo (LIBRO COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora