Percy Jackson y la Tormenta en el Olimpo (LIBRO COMPLETO)

Frank

Percy y Leo guiaban la camilla improvisada desde el frente, con los conocimientos del mar de Percy y de coordenadas y geolocalización de Leo iban rápidamente, al menos lo que se permitían avanzar con la delicada salud de Piper. Frank llevaba la camilla desde la parte de atrás junto con Nico, lo que le daba una vista en primera fila de Piper, inconsciente, como si estuviera teniendo el peor sueño del mundo, retorciéndose de dolor de vez en cuando, presionando su vientre y volviendo a quedar fuera de toda consciencia. Se tuvieron que detener en un par de ocasiones porque estaba demasiado mal. Jamás había visto a un semidiós estar con una herida así sin tratamiento con ambrosía tanto tiempo.

-          Está muriendo – interrumpe Nico – la estoy ayudando todo lo que puedo, pero...

Eran los tipos de noticias que Nico estaba acostumbrado a dar, pero su rostro se veía más ensombrecido que de costumbre, Piper se había interpuesto para recibir la bala en su lugar, eso nunca es fácil.

-          Tranquilo – dice Frank – una vez que lleguemos, seguramente en Atlantis la van a ayudar. Tyson debe saber que hacer.

Frank no sabía si era cierto, pero era lo que Nico necesitaba escuchar. Afortunadamente, no pasó mucho tiempo antes de ver la ciudad enorme ciudad que parecía pequeña por el gran marco que poseía a su alrededor, era vista desde muy lejos, porque estaba rodeada de miles y miles de tritones, hipocampos y otras criaturas marinas que veía por primera vez en su vida, pero en una organización que conocía bien: una formación militar.

No solamente Frank estaba sorprendido, todos parecían estupefactos ante la escena digna de alguna película de espartanos, nadaron kilómetros entre las formaciones, hasta llegar al frente. Quien estaba al mando, era un rostro familiar, Tyson y Percy se fundieron en un abrazo, un abrazo tan fuerte que sospechó que Percy se quedó sin aire de vuelta. Tyson ordenó a un grupo de tritones que lleven a Piper a la enfermería, que harán todo por ella y los invitó a pasar a la sala de reuniones, donde sería más apropiado hablar. Ninguno quería separarse de Piper, pero debían saber que estaba pasando para definir los pasos a seguir y no era mucho lo que ellos podrían hacer.

Todos siguieron a Tyson a una enorme sala con apariencia medieval, pero con detalles marinos, algas, caracoles y estrellas de mar decoraban los tridentes tallados sobre la piedra y banderas con el símbolo de Poseidón se ondulaban gracias a las corrientes marinas desde el techo. Tomaron asiento en lo que parecía la mesa de los caballeros marinos de la mesa redonda. Y Tyson empezó a llorar, era muy raro ver que el enorme e intimidante ciclope que guiaba los ejércitos del dios del mar, las miles de criaturas que estaban afuera, ahora rompa en lágrimas.

-          No quiero pelear Percy – llora Tyson por su único ojo – son nuestros primos, son inocentes, no quiero mandarlos a matar, y que en el camino mueran nuestros hermanos y hermanas. ¡Las arpías fueron llamadas por el! ¡No quiero pelear contra Ella!

-          ¿Por qué pasaría eso? – pregunta Percy, tomando con sus pequeñas manitas las manotas de Tyson – ¡¿Una guerra contra quién?!

-          Contra Zeus – gruñe Tyson.