Annabeth

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Por un momento, no sintió el tobillo, las piernas de Annabeth eran fideos y casi no la sostenían en pie. Por suerte, estaba a su lado Percy, que la ayudó a apoyarse, si no estaba él, probablemente se desplomaría al suelo. Le vino a la cabeza todo lo que pasó con él en el tártaro, cómo fueron atacados por las arpías, cómo fueron atacados por las maldiciones de sus enemigos, cómo Percy quedó desconectado de su mente y casi lo pierde para siempre. No pudo evitar romperse, al darse cuenta de lo que se han salvado. Miró a su alrededor y se da cuenta de que no es la única a quien le cae la ficha. Es lo que suele pasar en las misiones, uno está tan enfocado en ellas, que, en el momento, no se dan cuenta de todo lo que implica, como si lo que estuvieran en piloto automático, o estuvieran dentro de un sueño. Después, miran atrás y piensan: ¿Eso pasó? ¿De verdad vencimos a Cronos? ¿De verdad vencimos a Gaia? ¡¿De verdad vencimos a Zeus?!

 

Vio a su madre y su excepcional papel en este duelo. El discurso que dio la compuso de tantas maneras, después de haber pensado tan mal de la diosa por estar del lado de Zeus, esas palabras lo arreglaron todo. Se recordó por qué su madre era la diosa de la sabiduría, por qué la admiraba y en tantos aspectos quería ser como ella. En otros no, pero nadie, ni siquiera los dioses, bueno, menos los dioses, son perfectos.

 

- Dame un momento, Percy.

 

- ¿En serio soy desaliñado y maleducado?

 

Annabeth sonríe, presiona la mano de Percy por su mejilla, y lo suelta. Se va cojeando junto a Atenea y se apartan para hablar.

 

- Madre – dice Annabeth.

 

- Hija mía – dice la diosa – Lo que hiciste no fue para nada sabio, de hecho, fue estúpido. Enfrentarte a Zeus...

 

- Si madre – responde Annabeth – lo sé, lo siento, pero ...

 

- Es lo que debías hacer- interrumpe la diosa- lo comprendo, para salvar la humanidad y salvar a Zeus, pero no tenías ninguna estrategia y...

 

- Espera madre – dice sorprendida Annabeth - ¡¿Salvar a Zeus?!

 

Atenea miró directamente a los ojos a Annabeth, que estaba tratando de conseguir el equilibrio parada sobre el pie sano, pero no estaba concentrada en ello, estaba mucho más interesada en lo que su madre iba a decir. Entonces Atenea la toma del brazo y camina hacia los árboles, que por supuesto, están hecho cenizas.

 

- ¡Qué triste una de las pocas veces que vamos madre e hija a la playa tenga esta pinta!

 

Atenea sacude la mano y aparecen sentadas en unas sillas reposeras en una hermosa playa, muy similar a la que acaba de destruir Zeus, pero llena de turistas. Annabeth se mira y está vestida con bikini y sombrero de playa.

 

- ¡Madre! ¿Qué? – Al ver que la diosa también está con un bikini con diseños de búhos y tiene puestos lentes de sol, decide no protestar - Bueno, pero cuando me regreses, múdame a la ropa del campamento por favor. 

 

- ¿Agua de coco y néctar? – dice la diosa, extendiéndole un coco en sus manos a Annabeth.

 

Percy Jackson y la Tormenta en el Olimpo (LIBRO COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora