Ambar.
|CAPÍTULO 7.|
Estaba asustada, no quería voltear pero quería ver con mis propios ojos como eran estando en así. Así que lentamente me voltee encontrándome con los Reyes, eran del doble de su tamaño sus cabellos largos tapaban una gran parte de sus rostros pero podía ver claramente que sus ojos eran de un amarillo intenso, las garras saliendo de sus dedos y el color peculiar de su piel.
Ambos gruñían de forma suave pero aterradora, al igual que jadeos cansados y sus respiraciones también, se escuchaban realmente cansados. El Rey Zarek fue el primero en acercarse a mi y pude ver los enormes colmillos qué salían de sus labios. Mi cuerpo no podía moverse, mis pies no se movían y por supuesto que estaba asustada al verlo tan cerca de mi de esa forma.
Forcejear con el era inútil, realmente inútil porque su fuerza era mucho más que la mía. Tomo mi mano con mucha fuerza y me llevo hacia la enorme cama qué había en medio de la habitación. Mi cuerpo no paraba de temblar y mis lágrimas no dejaban de salir, no quería que me hicieran daño, no quiero que me tomen a la fuerza, no quiero.
—No me hagan daño por favor —Mi voz salió menos temblorosa, ellos se detuvieron un momento ante mis palabras.
Esperaba que pudieran entender lo que les decía, realmente estaba muy asustada. Stefan se subió a la cama y gateo hasta mi su rostro había quedado cerca del mio, sus ojos amarillos no dejaban de mirarme, parecían a los de un gato pero amarillos brillantes e intensos. El ladeo un poco su cabeza mirándome con un poco de curiosidad ahogué un grito cuando tomo mi cabello en sus enormes dedos, un enorme mechón lo llevó hacia su nariz para aspirarlo. Zarek se subió a la cama rápidamente para repetir la acción de su hermano yo solo trataba de mantener la poca calma qué tenía, no quería hacerlos molestar y terminaran haciéndome daño.
De repente mi cuerpo empezó a sentir calor, sus respiraciones erráticas y bestiales estaban causando qué mi cuerpo se sintiera extraño. Una enorme molestia entre mis piernas se estaba presentando y no sabía si era bueno o malo así que apreté mis piernas para lograr un poco de alivio. Ninguno me tocaba, solo respiraban en mi oído. Dioses, ¿Qué me sucede?
No se si grité pero un fuerte sonido salió de mis labios al sentir una enorme lengua en mi cuello, era húmeda y tibia. Al sentirla en mi cuello la molestia entre mis piernas aumentaba más y más. Tengo que ser fuerte, esto no está bien. De repente la molestia se fue, abrí mis ojos para ver a Zarek encima de mi, era enorme, realmente enorme comparado conmigo, era como un conejo debajo de un oso pardo, ahora si tenia miedo.
Sollocé al sentir como rasgó mi bata de dormir a la mitad dejando mi piel desnuda ante sus ojos, el no parecía tener prisa, mientras que yo me estaba muriendo de miedo, se que ellos no lo hacen porque quieren, pero esto es demasiado para mí. Mire al Rey Zarek, el estaba viendo mi cuerpo desnudo solo lo miraba, no me tocaba cosa que no sabía si era peor. Su enorme garra pasó desde mi cuello, en medio de mis pechos hasta posarse en mi abdomen y quedarse haciendo círculos en donde estaba mi marca de nacimiento, un lunar diminuto qué estaba cerca de mi ombligo.
Mi cuerpo volvió a sentir calor pero esta vez era más intenso qué hace un momento, el no me tocaba más, no hacía nada, solo estaba encima de mi. Mi torso se alzó un poco en una curva y mis gritos salían, mis manos sostuvieron las sábanas con fuerza, necesitaba alivio, esta sensación me estaba volviendo loca. El peso encima de mi ya no estaba, Zarek se bajó de mi. Tenía que buscar alivio así que apreté las piernas buscando el alivio qué necesitaba, jadee cuando sentí mis piernas ser abiertas por una enorme mano que rozaba sus garras, tenía que ser honesta, me estaba gustando la sensación, tanto me gustaba como me asustaba.
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La Favorita de los Reyes. -Finalizada- ✔️
FantasyAmbar es una chica que ha sabido lo que es vivir en la pobreza, aislada del mundo que la rodea mientras recibe todo tipo de maltratos por parte de su padre. Decidida a huir de aquel infierno, se topa con los Reyes de Polonia quienes han quedado flec...