Capítulo 13.

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CAPÍTULO 13.




Aun no podía creer lo que mis ojos veían. Siempre lo fue, la bruja era ella. Iba a confrontarla pero fui transportada fuera del castillo. Estaba en el bosque que rodea el palacio, miré a mi alrededor encontrándolas a ellas hablando. 

—Harás lo que te pida —tomó a Francia de los hombros— esa idiota es la indicada.

—P..pero Clara ¿Qué quieres que haga? —Francia estaba asustada.

—Ten esto —le dio una bolsa y luego le susurró algo en el oído—, mas te vale que cumplas. 

—Lo haré lo prometo. 

—Largo. 

Francia pasó por mi lado corriendo hacia el castillo, yo mire a Clara que sonreía de forma realmente aterradora. Luego regresé al castillo pero esta vez estaba en mi habitación, no entiendo, ya estaba por anochecer ¿Cuánto tiempo paso? ¡Apenas había amanecido! Zarek no estaba, cuando estaba por salir de la habitación los soldados derribaron la puerta, sus espadas estaban frente a mi. Dos de ellos me sostuvieron del brazo. 

—¡¿Que hacen?! ¡Suéltenme! —forcejee como pude pero era imposible. 

Me sacaron a rastras de la habitación, me llevaron hacia la entrada del palacio donde los Reyes recibían a los invitados, cuando entré ellos estaban de pie esperando con espadas en manos. Stefan había despertado. Los soldados me ataron con cuerdas y luego me lanzaron al suelo cayendo de rodillas. 

—¿Qué es todo esto? —miré a ambos— Zarek, Stefan..

—Calla asquerosa bruja —Stefan vino hasta mi con su espada en la mano, se agachó a mi altura para tomar mi cabello con mucha fuerza— ¿creíste que no nos daríamos cuenta?

—No lo entiendo —traté de mantener la calma. 

—Eres la bruja que ha estado atormentándonos —tomó mi cuello y ejerció un poco de fuerza— por tu culpa nos ha pasado cosas que no podíamos controlar. 

—Yo no soy una bruja Stefan.. Tienes que creerme —mi garganta dolía. 

—¡Cállate! —me dio una bofetada rompiendo mi labio— aquí hay pruebas de que si lo eres. 

Frente a mi tiró la misma bolsa que le vi a Francia, de ella sacó dagas, velas, cruces y un libro que estaba escrito con sangre. 

—E... Eso no es mío ¡Eso no es mío! —grité como pude. 

Debes correr. 

Esa voz, esa maldita voz de nuevo.

—Estaba en tu habitación —miré a Zarek quien me miraba con indiferencia y asco— debajo de la cama en la que duermes, desde que llegaste sabia que cambiarias todo, pero nos dimos cuenta de que nuestra adoración y atracción hacia ti se debía a tus malditos hechizos. 

La Favorita de los Reyes. -Finalizada- ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora