5 En mi mente

243 17 8
                                    

Pasaron varios días caminando con Gabriel. Parecía un buen hombre, nos estaba ayudando a llegar a nuestro destino. No le habíamos contado mucho, solo que queríamos llegar a Keysville para buscar a unos amigos. Tampoco nos pidió muchas explicaciones, se contentó con eso. Decía que no tenía a dónde ir y que encontrarnos había sido un regalo de Dios. Para nosotros también había sido un regalo, ya que Gabriel había vivido en un pueblo muy cerca de Keysville y conocía muy bien el camino. Lo malo es que todavía no habíamos encontrado un coche así avanzábamos muy lentamente.

Una noche que me tocaba hacer guardia Gabriel se acercó a mi mientras Daryl estaba dormido. A pesar de que yo comenzaba a estar muy cómoda con Gabriel, me sorprendió que viniera a hablar conmigo.

- Hola.- susurró.

- Hola. - dije sin dejar de mirar al frente sujetando con fuerza la ballesta de Daryl.

- ¿Cómo estas?

- Bien, estoy bien. - dije un poco incómoda sin saber cómo seguir la conversación.

- No hemos acabado de conocernos, si quieres hablar alguna vez, a solas, podemos hacerlo. A veces ayuda hablar con un desconocido, para desahogarse.

- Me da miedo quedarme sola. - las palabras salieron de mi de repente.

- Siempre puedes buscar refugio en Dios. - dijo poniendo su mano en mi hombro a modo de consuelo. - Siento que tiene planes para ti. Me habló nada más verte.

Mi fé no era muy fuerte, aunque siempre tenía momentos en los que pensaba en Él. Me preguntaba si todo esto era un plan divino o un castigo por todo lo que había hecho la humanidad. O puede que, simplemente, fuera la naturaleza que intentaba deshacerse de nosotros como si fuéramos una plaga. Bueno, es que éramos una plaga.

Me quede absorta pensando en lo que me había dicho Gabriel. Puede que se le haya ido la cabeza.

- Yo también tuve miedo de quedarme solo.

- ¿Ahora ya no? - pregunté

- Ahora estoy solo. Bueno me queda Dios y su plan. - dijo sonriendo ligeramente. - Pero, antes estaba con ella. Una mujer increíble. Gracias a ella tengo un plan.

- ¿La querías?- pregunté.- No sabía que los curas pudierais tener una pareja.

- No podíamos según la Iglesia. - se quedó un momento en silencio mirando al horizonte. - Una gran equivocación.

- ¿Y qué pasó? - pregunté y se me quebró un poco la voz pensando en su perdida.

- Dios se la llevó. - dijo tajante.

- ¿Fue Dios o la muerte? - insistí aunque sabía que el no quería hablar de ello.

Gabriel me miró con una sonrisa triste y desvió la mirada hacía el bosque dando la conversación por terminada. Seguimos hablando de temas banales, cómo deporte, libros, cine y otras cosas que nos gustaban cuando todo era normal. Fueron pasando las horas sin darnos cuenta y se hizo de día.

Daryl estaba a unos metros de nosotros dormido al lado de un árbol. Se levantó sin decir nada y comenzó a alejarse.

- ¿A dónde vas? - pregunté alzando la voz más de lo necesario.

- A mear, ¿quieres venir? - rió alejándose de nosotros.

- Pues no, gracias. - contesté demasiado bajo para que no me escuchara.

Gabriel rió ante mi respuesta. Yo estaba cansada y le pregunté si no le importaba seguir con la guardia mientras yo me echaba un rato a dormir.

Cuando desperté Daryl todavía no había vuelto. Pensé que estaría por ahí cazando o buscando madera para el fuego.

Decidí acercarme a un lago que había cerca de donde habíamos acampado. Me apetecía refrescarme y hacía un día perfecto para un baño.

Me acerqué a la orilla y comencé a quitarme los pantalones.

- ¡Eh!

Me levanté super rápido cogiendo mi arma, pero enseguida le vi, era Daryl. Estaba dentro del lago, el agua le llegaba hasta el ombligo. Estaba sin camiseta, no pude ver si llevaba algo de ropa o era solo el agua lo que me impedía verle entero.

Un hilo de electricidad recorrió mi cuerpo y sentí cómo se enrojecían mis mejillas. Maldije por mis adentros no poder controlarlo. Verle así hizo que mi mente empezara a tejer imágenes, sentimientos, casi pude sentir su olor y sentir su piel. Cogería mi nuca con su mano y me acercaría lentamente a él. Yo le miraría a los ojos nerviosa. Me imaginé sentir su boca por mi cuello y sus manos pasando por mi espalda, de arriba hasta los hombros con ansia, mostrando sus ganas de tenerme.

Me imaginé cómo pegaba mi cuerpo al suyo para notar si él quería más, si me deseaba tanto cómo yo le deseaba a él. Fantaseé sobre cómo lo sentía debajo del agua, sin dar el paso, pero con un deseo que no podía esconder.

No se atrevería a llevar la voz cantante, a liderar la situación. Y aunque estaría ansioso, pasando sus manos por todo mi cuerpo, besándome con anhelo, no daría ese paso. Lo imaginé desatado pero a la vez reprimido a llegar hasta el final.

Yo quería sentir su deseo. Quería que él tuviera ese deseo.

¿Si todo fuera real seguiría adelante?¿Le pediría más? No lo sabía, pero deseaba probar. Deseaba esos besos y esas caricias. Lo que creía saber con certeza es que si ese deseo existiera, Daryl no se atrevería a ir más allá. Yo tendría que insistir.

Ahí estaba yo, con los pantalones por las rodillas agarrando el arma, distraída mirando su pecho. Me sentí bastante ridícula y me subí todo lo rápido que pude el pantalón dejando el arma en el suelo.

Daryl se rió y se dio la vuelta pensando que me iba a ir. Y era normal que lo pensara porque me había visto subirme el pantalón espantada por la situación.

El hecho de que se hubiera dado la vuelta me dio la valentía que no tuve mientras me estaba mirando. Así que me quité la ropa, quedándome en ropa interior y entre al agua sin que él se percatara. 

**Volvemos con capítulo nuevo, el viernes pasado no pude subir. Este mes tengo muchas cosas y puede que falle algún viernes más. Espero que no :D **

En llamas [Daryl y Beth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora