D O S

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El comienzo de un largo infierno

Taehyung se dejó caer sobre la cama, exhalando un suspiro de desesperación que por poco le deja sin aliento. Estaba muy enfadado con sus padres; jamás les perdonaría aquello, desde luego. Pasar las Navidades en casa de unos desconocidos era el peor castigo del mundo. No es que a Taehyung le importase la Navidad —más bien la detestaba—, pero sí odiaba conocer gente nueva, especialmente si de buenas a primeras ya se comportaban como marcianos.

Supuso que serían las vacaciones más aburridas de su vida y que, en caso remoto, la única diversión que encontraría sería molestar a el chico alcornoque, Jimin, que parecía recién salido de un basurero con aquella ropa desarreglada.

Se incorporó de súbito cuando oyó unos pasos que se acercaban a su habitación.

— ¡Taehyung, cariño! ¿Cómo va todo?

Era Abigail —señora de la casa y mujer más pesada sobre la faz de la tierra—. El joven tosió para aclararse la garganta.

— ¡Bien! ¡Genial! —mintió descaradamente—. ¡Gracias!

— ¿Quieres que te ayude a deshacer las maletas?

Taehyung pensó, en principio, que se trataba de una broma. Pero tras un incómodo silencio que no fue acompañado por risitas de ningún tipo, comprendió que estaba equivocado y con horror se precipitó hacia la puerta y se apoyó en ella a modo de refuerzo.

—No hace falta, señora Park, de verdad.

«Se lo juro bajo pacto de sangre si es necesario», añadió mentalmente. Y se mordió el labio inferior para no hablar de más.

— ¡Vale, baja cuando termines, cielo! —se despidió Abigail excesivamente alto.

Taehyung se pasó una mano por la frente y se echó hacia atrás algunos mechones rubios sin demasiado interés. Observó que había dejado la puerta del armario entreabierta y la cerró cuidadosamente, estudiando con atención que la madera encajase sin desviarse ni un centímetro. Era sumamente detallista. Y maniático. A lo largo de su vida había ido acumulando manías que, con el paso del tiempo, se terminaron adueñando de su día a día sin que apenas se diese cuenta. A Taehyung le gustaba ser así.

Odiaba los números impares, así que casi siempre intentaba que todo fuera múltiplo de dos o de cuatro. Le repugnaba la carne, era vegetariano. Taehyung detestaba los espejos que estaban totalmente limpios, necesitaba encontrar restos de agua en ellos o alguna mancha imperceptible para el resto de los humanos. Tampoco le gustaban los cuadros que tenían el marco de color escarlata y jamás dejaba que su barba creciese durante más de veinticuatro horas. Dormía con la ventana abierta y se tapaba con la colcha hasta cubrirse las orejas.

Además, se lavaba las manos constantemente y cuidaba al detalle su higiene diaria, llegando a convertirse en alguien un tanto hipocondríaco.

Tras veinte minutos de paz, alguien llamó a su puerta.

蝙蝠之吻 [ VMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora