C I N C O

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Excursión al supermercado I

Armoniosos rayos de sol se filtraban por la persiana de la habitación, iluminando su rostro.

Taehyung sonrió cuando despertó y se desperezó en la cama, estirando enérgicamente los brazos mientras escuchaba el canto de algunos gorriones.

— ¡Príncipe Taehyung de Camelot! —gritó Jimin tras la puerta. Él frunció el ceño, aturdido tras el brusco cambio de aquel despertar—. ¡Arrastra tus posaderas hasta la cocina, es la hora del desayuno! ¡Ah, no olvides los leotardos, que hace frío!

El rostro de Taehyung se tornó agrio cuando oyó la maliciosa risita de Jimin, que, a paso apresurado, bajaba las escaleras hacia el piso inferior. Se incorporó en la cama, molesto, recordando dónde se encontraba. Acostumbrado a tomar la primera comida del día en pijama, bajó tal cual a la cocina, donde la familia Park se encontraba sentada a la mesa.

El padre estaba leyendo el periódico, mientras que Abigail regañaba a Marcus porque, al inclinarse, las rastas se le metían en el tazón de leche.

—Mamá, pero ¿qué más da? —le reprochó este.

Taehyung se sentó en su silla y posó las manos cruzadas sobre el colorido mantel, esperando que alguien le sirviese su desayuno. Como nadie dijo nada, finalmente optó por pedirlo.

—A mí me gustaría tomar un zumo de naranja natural, sin pulpa, un tazón de copos de avena, un capuchino con chocolate espolvoreado y... Oh, ¿por qué no? ¡Vamos a saltarnos la dieta! También unas tostadas con mantequilla. —Sonrió.

El señor Park asomó el rostro por encima del periódico y le miró fijamente. Marcus y Jimin dejaron de engullir cereales y rompieron en una sonora carcajada. Abigail, despreocupada, preparaba el café.

—Abre la nevera y mira a ver qué pillas —le dijo el señor Park, confundido—. Es que estamos a principio de mes, así que todavía no hemos ido a comprar.

Taehyung tardó unos segundos en comprender la situación. ¿Significaba aquello que él mismo debería prepararse el desayuno? ¿E incluso abrir la puerta de la nevera? Nunca había hecho una hazaña de tal calibre. Se sentía ligeramente aturdido; aquellas cosas no cuadraban en su mundo perfecto. Se levantó lentamente y se dirigió hacia la nevera, evaluando aquel montón de chatarra como si fuese a atacarle de un momento a otro. Después, valeroso, posó una mano en el mango y tiró con fuerza. La luz le deslumbró. Parpadeó sin entender. Allí dentro no había absolutamente nada; tan solo quedaban dos manzanas, unos restos de zumo tropical, algunos huevos y unos sangrientos filetes de ternera. Consternado, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia su silla, con la vista fija en la familia Park. Jimin se giró hacia él.

—Hombre, no son copos de avena, pero puedes comer Choco Krispies, están buenos —dijo, mostrándose amable por primera vez, como si sintiese pena por él.

蝙蝠之吻 [ VMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora