Capítulo IV

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Habías tenido muchas noches para pensarlo, muchos días para sanar heridas, y muchas tardes para rememorar.

Gayatri se había ido, era un hecho, y con el pasar de los días la herida sangrante había comenzado a sanar, tal vez nunca sería como antes, pero sin duda era un paso a la vez. La tristeza perenne ya era parte de ti, vivía contigo y tomaba las decisiones por ti, pero también permitía que notaras los momentos donde verdaderamente te sentías feliz.

Uno de esos momentos eran cuando estabas con Pav, sí, así le decías ahora a Pavitr. Para ser justos, solo lo decías en tu mente, él no tenía idea que te gustaba pensar en él en ese diminutivo.

¿Gustar? Pues sí, te gustaba él, como amigo, el cómo podía seguir viéndose tan feliz; probablemente sufriendo mucho más que tú. La atracción que sentiste por él en un tiempo había terminado de desvanacerse, sobretodo luego de lo sucedido; tu envidia abrió paso a una vista totalmente diferente de tu relación con Pavitr, aún no podías identificarlo con exactitud, pero sin duda era algo que te hacía sentir mucho mejor a lo que te alejó de tu amiga en primer lugar.

En medio de tu reflexión, te viste interrumpida por los abrazos estrujantes y poco amistosos de tus compañeros de clase, ya recordabas por qué era tan molestoso llegar a tiempo al colegio.

"¡Hola novia de Spider Man! ¿Hoy también te trajo columpiándote por ahí?"

Todos dieron ligeras sonrisas, como si lo único que evitara que se despotricaran era el respeto que tenían hacia el super héroe. En medio de las rumiantes frases que venían una detrás de otra, tus ojos se centraron únicamente en el suelo.

¿Por qué Pav tenía que llegar tarde justo hoy? Estabas segura de qué podría sacarte del apuro, ya siendo con su ágil físico o solo con su carisma. Tus iris giraban de un lado a otro buscando a tu único amigo, sin éxito.

Tu poca valentía no daba abasto para enfrentarte a un grupo de más de diez personas, siendo todas ellas igual de agresivas que el que los lideraba. Bajaste el mentón y al llegsr, tomaste el asiento en completo silencio, no sin antes dejar tu mochila en el pupitre de tu lado para reservarlo para tu compañero atrasado.

"Hace unos días no quería verlo ni en pintura, pero ahora realmente desearía que viniera a callarle la boca a esos idiotas."

Tu vista esta vez se despegó del suelo, del aula y se perdió en el cielo algo sucio por la cantidad de contaminación de los autos, inmersa en el amplio panorama, un sonido en seco te despertó de tu ensoñación.

-¡Pavitr!

Un agresivo "Shh" de la profesora te hizo recordar de que estabas en un aula y que debías poner los pies en la tierra.

-Hola- sonrió débilmente mientras sacudía amenamente una de sus manos, por lo bajo del asiento.

-Estás algo pálido. - señalaste tu rostro como ejemplo.

-Oh, no es nada, solo me levanté con algo de dolor de espalda, es todo, creo que me ejercité demasiado ayer.

-¿Te ejercitas?

Más que una pregunta fue una reacción sorpresa de tu parte. Sí, era ágil, pero no sabías que era algo que siguiera religiosamente. Aunque él trató de calmar tus nervios ver el sudor frío recorriendo su sien, y los constantes que se hacía a nivel del abdomen no parecían ir por buen camino. Sus ojos manifestaban algo de cansancio, y el cabello desaliñado era claramente indicador de que algo andaba muy mal.

-Deberías ir a la enfermería.

-Estoy bien. - añadió él.

Uno de tus momentos favoritos (y que esperabas que Pavitr disfrutara igual que tú), era la hora libre de la merienda. Sobretodo porque podías sentarte donde casi no había nadie. ¿La razón? Era el escalón más cerca del patio, y todo aquel que se sentaba ahí estaba condenado a sentir un "traumatismo severo en el cráneo" con uno de los pelotazos de los muchachos. Pero desde que Pavitr se sentaba a tu lado, era increíble lo segura que te podías sentir, era como si te volvieras intocable, y también a salvo.

After DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora