Capítulo XV

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Ganas de vomitar.

La ansiedad había llegado a un punto en que habían consumido toda fuerza de voluntad, tapaste tu boca tratando de retrasar el malestar estomacal hasta la llegada al baño.

Pavitr miró extrañado cómo salías corriendo del aula, y optó por escaparse para seguirte a una distancia prudente, quedándose al lado del ingreso de los servicios. Normalmente en estos casos una amiga podría ser de más apoyo, pero solo estaba él. Consternado esperó pacientemente, sentado en el suelo.

Lo bueno de haber salido en horario de clases era que no había nadie, podías dejar de fingir y mostrar debilidad. Luego de arrojar lo poco que habías consumido en la merienda, te fijaste en tu reflejo del espejo y te sentiste patética. Recostando tu espalda en la pared, soltaste un intento de sollozo, y descubriste que tus lágrimas ya se habían acabado. Sin manera de expresar como te sentías, de desfogarte y sin un remedio que te hiciera sentir mejor, te rendiste, y saliste con la idea de volverte a escaparte nuevamente de tu centro de estudios.

–¿Estás bien?

Pavitr te observó con el ceño fruncido, tomando tus hombros y mirando de abajo hacia arriba. Tu nariz y ojos rojizos indicaban que habías estado llorando, o al menos lo habías intentado.

–Sí, lo estoy. – apartaste sus manos de ti.

Siempre había admirado la fortaleza que demostrabas, pero que esa era la única faceta que le habías demostrado a Pavitr, hasta este momento. A pesar de que ahora estabas triste, estaba aliviado de que pudiera consolarte ahora como tu amigo del colegio, y no hacerlo como el superhéroe, que parecía llevarle una clara ventaja.

"Siempre estaré para sanar tus heridas."

Un instinto protector que solo había sentido una vez en el pasado afloró, no porque era un héroe, o porque era su deber, sino porque una persona que amaba lo necesitaba, a él, como persona común y corriente. Comprendió entonces tus palabras y tu promesa de siempre estar para curarlo, tal vez no tenías heridas físicas, pero se decidió a estar ahí para sanar tu corazón, incluso si él había sido causante de sus heridas.

Te abrazó desesperadamente, con una emoción mucho más intensa a comparación de la primera vez que compartieron uno, escuchó tu suspiro, y su corazón se aceleró. Definitivamente no eras Gayatri, pero eras tú, y por el momento, era todo lo que a él le importaba en este instante.

Mientras tú tratabas de procesar lo que estaba pasando actualmente, él se agachó para que ambas cabezas estuvieran a la misma altura, y en una medida desesperada de hacerte sentir lo mismo que él sentía se aferró a tu rostro, con intensidad rozó tu mejilla con la propia, como si hubiera querido impregnar su olor en tu memoria. No podías respirar, el oxígeno se volvió un lujo desde el momento en que te tomó en sus brazos, hace un momento estabas sufriendo por perder otro amor no correspondido, pero ahora te encontrabas suspirando por aquel, que vino a tu encuentro. ¿Esto era posible?

–¿Pav? – tus manos temblorosas palmearon delicadamente su espalda.

No recibiste respuesta, solo él pegándose más a tu mejilla y a tu torso, como si quisiera dejar en claro lo cercano que era a ti.

–¡Pav!

Intentaste liberarte con pesar, tu fuerza era diminuta en comparación, pero era la suficiente para que él tomara en cuenta que querías separarte, lo cual respetó a una velocidad sorprenderte.

–¿Qué estás haciendo? – confundida buscabas una respuesta.

–Yo... – sus orejas se tiñeron de un color rojizo.

Apenas se había dado cuenta de lo que acababa de hacer. Rechazarla como Spider Man y ahora haciendo esto como Pavitr, era claro que solo te confundirías más. Por un momento tuvo envidia de su alter ego, el nivel de confianza era claramente abismal.

After DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora