Capítulo XIII

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Sintió que sus cinco sentidos se desconectaron, había pasado mucho tiempo desde que había sentido una muestra de afecto como esta. Abrió la boca en busca de rescatar el oxígeno que perdió abruptamente en la exhalación que dio en respuesta a ti, a pesar de que muchas alarmas de peligro se activaron en sus pensamientos, llegó a darse cuenta de que incluso acercó ligeramente su rostro, en busca de extender por unos míseros milisegundos aquel momento.

Te alejaste rápidamente, con la mirada desviada y avergonzada, tal vez te habías dejado llevar, inmediatamente después de aquello, llegaron a ti momentos de ansiedad. Con una energía producto de la adrenalina de los nervios tomaste impulso hacia atrás.

-Olvidé que me esperan en casa.

Tu rostro completamente tenso, con los párpados muy abiertos exagerando la expresión para tratar de disimular que estabas tranquila (aún cuando obviamente no era así). Te giraste con una sonrisa completamente tiesa, dispuesta a huir lo más rápido posible.

"Estupendo, acabas de darle un beso a una persona que ni sabes quién es."

Era una sensación extraña, el sentir que conoces a alguien y que al mismo tiempo no tienes idea de quién era. Conocías su corazón, pero respecto al caparazón externo, era casi irreconocible; todo lo que sabías era que probablemente era cercano a tu edad, gracias a la energía de su voz y al promedio de su altura y al corte de cabello tan popular entre los jóvenes.

Te sonrojaste una vez más mientras caminabas en dirección a tu hogar, imaginando la clase de muchacho que podía estar debajo de ese disfraz, y tu corazón amenazaba con imitar los galopes desbocados de un caballo salvaje. Cuando creíste que ya estabas a una distancia prudente de donde lo habías dejado, soltaste un suspiro de alivio.

Muchas veces él había estado dispuesto a fingir que no había visto nada o simplemente que ignoraba muchas cosas con el objetivo de que no te sintieras avergonzada contigo misma, pero esta no sería la ocasión.

Tu aparente seguridad se desplomó en un dos por tres.

-Por favor déjame ir. - chillaste, mientras tratabas de ocultar tu rostro entre tus manos. - No quise molestarte, discúlpame, no volverá a ocurrir.

Él rió ligeramente en respuesta, no era una risa que tenía como objetivo molestarte o avergonzarte más, sino que parecía reflejar ternura.

Extendió su mano en busca de que la aceptaras, notaste una vacilación muy notoria cuando ambos observaron como aún estaba manchada de sangre. Por un momento, las emociones efusivas tan característico de los jóvenes les habían hecho olvidar lo tristes que estaban ambos. Cuando estuvo a punto de retirar su ofrecimiento, tomaste con fuerza su mano, sin importar que te mancharas en el proceso.

No estabas segura de lo que eso significaba. ¿Se había dado cuenta de tus sentimientos al recibir aquel beso? Tal vez solo lo confundió con que le estabas ofreciendo consuelo. En este momento realmente deseabas haber tenido más amigos en el pasado, porque actualmente no sabías cuan normal era ser tan cercanos en una amistad, si esas muestras de afectos en momentos de tristeza eran "casuales". Realmente no lo creías, pero la forma en la que él te miraba tan relajada y cómodo parecía indicar que ese beso no había hecho ningún efecto en él.

-Mamá, papá, llegué a casa.

Tu padre descansando en el sofá probablemente no había escuchado tu llegada, y tu madre viendo la televisión, absorta en su novela solo respondió con un "ve a bañarte". Asentiste sin mucha preocupación, y en cuanto te alejaste de su campo de visión subiste corriendo por los escalones hacia tu habitación, abriste la puerta con mucha prisa.

Con un quejido mezclado con un ligero sollozo, te lanzaste en tu cama, hundiendo tu rostro en tus almohadas, humillada por tus pensamientos y escenarios ficticios de lo que podía estar pensando él después de lo que pasó. No siendo suficiente el lloriqueo, pataleaste varias veces contra el colchón, llorando amargamente.

After DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora