Capítulo XVII

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–Ahí hay dos muy juntas.

–Pero esa que está sola brilla más que las otras dos. – respondiste.

Trataste de posar tus dedos en la estrella, que trataba de iluminar la oscuridad de la noche con su brillo, pequeño y sencillo pero reluciente. Después de un largo día de sobrevivir a los estudios, por fin se habían encontrado y se daban un tiempo juntos, echados en el techo de tu casa, se dedicaron a intentar encontrar estrellas en esta noche sin luna.

Sus cabezas estabas tan juntas, que algunos de sus cabellos se entrelazaban entre ellos.

–Es una lástima que hoy no haya luna.

–Todo tiene un lado positivo, las estrellas se pueden apreciar mucho más sin que la luz las opaque.

–Siempre le ves el lado positivo a todo. – declaraste.

–Es una de mis muchas cualidades.

Emitiste una risa delicada, y dirigiste nuevamente tus ojos hacia el panorama oscuro del cielo.

–¿Te gustan las estrellas?

Él asintió.

–Siempre que las miro me da la impresión de que son muy lejanas, difíciles de acercarse a ellas, después de todo, están a años luz.

Mientras tratabas de imaginarte su retórica y seguías su dedo índice apuntando a cada una de ellas, le seguías escuchando.

–La luna es más imponente y cercana, su luz da la seguridad en medio de la oscuridad; sin embargo, sin ella las estrellas se ven mejor, al fin y al cabo son ellas las que son capaces de guiarte en medio de un mar embravecido, tal y como hacían los navegantes en busca de tierra firme en las épocas de antaño.

–Una vez leí que las estrellas que vemos son solamente la luz que expulsan cuando mueren.

–¿Quieres decir que solo las vemos cuando están muriendo?

–Más o menos, no sé si sea cierto.

–No creo que lo sea, sería muy triste.

La nostalgia golpeó tu corazón, y tu pecho se estrujó sin una razón en particular. Tu compañía lo notó e inmediatamente intervino en tu auxilio.

–Espero que hayan las suficientes para poder seguir viéndolas contigo entonces.

Se acercó tímidamente, parecía que rozaba su nariz en tu mejilla como una muestra de afecto. Todavía no había lugar ni seguridad para un beso, pero por ahora parecía que eso era suficiente para ambos. Giraste tu cabeza para mirarlo de perfil, cómodamente echado en el frío techo.

–Te he extrañado todo el día. – dijiste.

–Yo igual.

Habían pasado casi dos semanas, las cuáles habían sido gratamente felices, los avances eran lentos, pero él parecía hacer su máximo esfuerzo para tener lo más parecido a una relación normal. La relación en sí todavía no estaba establecida, no te considerabas su pareja, estabas siendo lo suficientemente paciente para dar el siguiente paso; suponías que para él era mucho más difícil arriesgarse, ya que ya había vivenciado una relación antes, mientras que tú eras completamente nueva en esto y tus expectativas solo hacían que quisieras recibir todo.

Era mucho más difícil suponer un acercamiento más íntimo, en la mayoría de casos porque no podían verse tan a menudo como lo deseaban. Llegaba a pasar de vez en cuando que olvidabas que era un super héroe y que su deber podía involucrar que desapareciera sin dejar rastro unos cuántos días; sin embargo no había día que no le esperaras en tu ventana, con la esperanza de que te fuera a visitar.

After DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora