labios rojos como la rosa. pelo negro como el ébano. piel blanca como la nieve, la llaman Blanca Nieves
enoch o'connor x fem!oc
miss peregrine y los niños peculiares
𝗂𝗇𝗂𝖼𝗂𝖺𝖽𝖺: 𝟣𝟩 • 𝟢𝟨 • 𝟤𝟢𝟤𝟥
𝖿𝗂𝗇𝖺𝗅𝗂𝗓𝖺𝖽𝖺: 𝟣𝟨 • 𝟢𝟪 • 𝟤𝟢𝟤...
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MAYO, 1942
Me senté a la mesa a comer con todos. Me senté junto a Olive y los gemelos, como de costumbre, con Enoch a dos asientos de mí, al final de la mesa. Habían pasado unos días desde mi cumpleaños y aún no podía quitarme el beso de la cabeza. No podía quitarme el cosquilleo de los labios cuando pensaba en ello.
Mientras desayunaba, miré a Enoch con el rabillo del ojo, pero ni se inmutó. Durante los dos últimos días, desde que nos besamos, Enoch no me ha dirigido la palabra. Todo el tiempo me ignoró sin siquiera mirarme.
Hizo que mis pensamientos se convirtieran en una tormenta de preocupación y tristeza mientras mi cerebro pensaba en diferentes razones por las que no me hablaba. No sabía qué había hecho mal o si realmente era yo la que estaba en esa situación. Me relamí los labios apartando la mirada de Enoch y decidí ignorarlo también. No iba a seguir persiguiéndolo como a un cachorro perdido.
—Johanna, apenas has tocado la comida—dijo la señorita Peregrine con preocupación desde el otro extremo de la mesa, lo que hizo que todos levantaran la vista mientras yo le dedicaba una pequeña sonrisa.
—No tengo mucha hambre en este momento señorita Peregrine—respondí mientras miraba a Enoch para ver que seguía sin levantar la vista mientras miraba su plato jugando con su comida con un tenedor. Esto me hizo suspirar derrotada girándome rápidamente hacia una señorita Peregrine que me observaba mientras sus ojos se desviaban entre Enoch y yo.
—Bueno, está bien entonces señorita Birdie, como desee—,dijo la señorita Peregrine con una sonrisa tranquilizadora hacia mí y luego volvió a comer su comida.
Durante todo el desayuno me quedé sentada comiendo unos pocos bocados cada vez. Por supuesto, Charlie me lanzaba miradas preocupadas de vez en cuando, lo que me hacía sentir mal por haberlo dejado de lado. Charlie era mi hermano y nunca le ocultaba nada, pero esto era algo que no quería compartir en absoluto.
Una vez terminado el desayuno, Millard, Charlie y Hugh quisieron que jugara fuera con ellos. Estuve de acuerdo con los tres peculiares chicos y salí al aire cálido y fresco. El exterior olía a flores frescas y el sol brillaba sobre mí dejándome besos en la piel. Los tres chicos decidieron jugar al fútbol y formamos equipos.
Charlie y Millard contra Hugh y yo. Al final de los millones de veces que Hugh desataba abejas sobre Millard y Charlie intentaba usar su inteligencia contra mí, di por terminado el partido para mí. Me tomé un descanso sentado contra un roble para desacuerdo de los chicos, que querían que yo también jugara. Pero después de prometerles que jugaría dentro de un rato, aceptaron y continuaron el juego.
Apoyé la espalda contra el árbol con un pequeño suspiro mientras disfrutaba del clima cálido y soleado. Podía oír el piar de los pájaros desde los árboles y el sonido de una ardilla corriendo entre los arbustos. Sonreí suavemente ante los sonidos justo cuando una figura apareció ante mi vista. Al instante sonreí a la chica de pelo rubio mientras ella me devolvía la sonrisa con sus zapatos de plomo pesándole.
