XV

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Pasaron unos momentos más y seguía esperando al doctor. Mi ansiedad crecía por minutos.

—Hijo, vamos a desayunar —dijo mi suegra, tratando de animarme—. T/N necesita verte fuerte y no así, tan bajoneado.

Aldo se unió a ella.

—Ándale, wey, vamos. Así también te da un poco de aire, lo necesitas.

Les tomé las manos.

—No, muchas gracias —dije—. Prefiero quedarme a esperar alguna razón de ella.

Mi suegra y Aldo se miraron entre sí, sin decir nada. Luego, decidieron sentarse a mi lado.

—Bueno, entonces nosotros también nos quedamos —dijo ella, sonriendo.

Aldo asintió.

—Sí, no te vamos a dejar solo, hermano.

Comenzamos a platicar para pasar el tiempo.

—¿Recuerdas cuando T/N y tú fueron al parque acuático, en Aguascalientes? —preguntó mi suegra, sonriendo.

Me reí.

—Sí, cómo olvidarlo. T/N se quemó toda la piel.

Aldo se rió.

—Y después te pasaste todo el viaje cuidándola.

—Sí, fue un desafío —dije, sonriendo—. Pero valió la pena.

Ella me puso una mano en el hombro.

—Ella te ama mucho, Roier. Y yo te agradezco por amar a mi hija.

Asentí.

—Señora, no debe agradecer, los dos nos amamos. Ella es una persona muy fácil de amar

La conversación continuó, con recuerdos y risas. Pero mi mente siempre estaba en T/N, esperando noticias de ella.

[•••]

Después de unos minutos, note como se acercaba el doctor a nosotros, con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.

—Familiares de T/N —preguntó.

Me levanté rápido de la silla, ansioso por saber noticias de mi novia.

—Dígame, doctor, soy su novio —dije.

Mi suegra, se levantó junto a mí.

—Y yo su mamá —dijo casi al mismo tiempo que yo.

El doctor asintió.

—Ella ya está estable —dijo—. Pueden pasar a verla dentro una hora más o menos. Pero, ahora mismo pueden visitar al bebé, es un hermoso niño.

Me puse bastante feliz, por fin mi niña estaba bien, estable. Pero esas ganas de querer abrazarla ya no desaparecían.

Aldo rompió el silencio.

—Doctor, ¿Nos puede llevar a dónde el bebé? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.

El doctor sonrió.

—Sí, claro. Síganme —dijo, haciendo un gesto con la mano.

Fuimos tras el doctor, y yo sentía que mi estómago estaba revuelto, estaba nervioso, iba a conocer a mi hijo, mi primer hijo. Aldo me abrazó mientras seguíamos caminando y eso me tranquilizó un poco. En serio, lo quería mucho.

El doctor se detuvo frente a un ventanal.

—Miren, el bebé está ahí, en la camilla 4, tercera fila —dijo, apuntando hacia el pequeño Roier.

Vi un pequeño bultito, no podía verle el rostro, las cobijitas no me lo permitían. Quería cargarlo, pero me daba miedo. Y si se rompía en mis brazos?, y si le pasaba algo?, era demasiado pequeñito y frágil. ¿Cómo iba a hacer para cuidarlo?

Mi suegra se acercó y lloró de felicidad.

—Qué hermoso es mi nieto —dijo.

Aldo me tocó el hombro.

—Wey, se parece a mí —dijo, sonriendo.

Me reí y le quité la mano del hombro, en broma.

—Claro que no, es idéntico a su padre, igual de guapo —dije.

Mi suegra solo reía de nuestra pelea tonta y nos dijo que ahora que las cosas se habían tranquilizado un poco, ya podría invitarnos a almorzar.

—Vamos, vamos a almorzar —dijo—. Estoy segura de que necesitan comer algo.

Acepté, por fin mi corazón sentía alivio.

[•••]

T/N:

Desperté así de repente en una camilla sola, sin mi enorme barriga. Después de llegar con dolores de parto, me sentí desorientada y confundida. Buscaba quien pudiera decirme qué había pasado o al menos en dónde estaba mi familia o mi bebé.

—Señorita, podría llamar a alguien de mi familia —pregunté, tratando de sentarme—. ¿Dónde está mi bebé?

La enfermera se acercó y me sonrió.

—Buenos días, no, no se levante, todavía está un poco débil —dijo—. Voy a traerle a su bebé, ¿ok? Luego llamo a su familia.
Su esposo parecía preocupado por usted, al parecer la quieren mucho.

Mi corazón saltó al escuchar la palabra "esposo". Ojalá algún día se nos concediera.

—Ay, muchas gracias —dije, sonriendo.—El cariño es mutuo, también los amo.

La enfermera asintió, con una tierna sonrisa en su rostro, luego se fue. Regresó unos 10 minutos después con una pequeña personita envuelta en cobijas.

Sentí mariposas en el estómago, quería cargarlo. Me lo puso en los brazos, me daba miedo tenerlo, era demasiado pequeño.

Vi sus ojitos, como los de su papá, unas pestañas enormes y sus cejitas muy tupiditas, tal cual Roier, pero en chiquitito. Su cabellito negro, medio rizado, aunque muy poco, pero qué niño tan lindo.

No paraba de mirarlo, le acariciaba la carita y quería comérmelo a besos. Nunca había sentido tanto amor por alguien, ni siquiera por Roier, que era mucho decir, ya que era el amor de mi vida. Definitivamente este pequeñito se robó mi corazón.

—Hola, mi pequeño —susurré, besando su frente—. Te amo tanto.

El bebé abrió los ojos y me miró, y sentí que mi corazón se derretía. Era como si todo el mundo se hubiera detenido en ese momento, y solo existíeramos nosotros dos.

—Te amo, mi pequeño —repetí, abrazándolo fuerte—. Siempre estaré aquí para ti.

La familia que siempre soñé | ROIER Y T/N <3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora