Prólogo

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Cuando voy a entrar en la cocina me encuentro de bruces con Xander y éste se queda parado, mirándome.

—Te quitas o te quito —le espeto.

Él baja la mirada y se aparta dejándome pasar. Rachel levanta la mirada cuando entro y sigue comiéndose sus cereales.

—Buenos días —gruño sirviéndome un vaso de zumo.

—¿Otro día más levantándote con el pie izquierdo? —me pregunta con una sonrisa—.Venga, Megan. Disfruta de las vacaciones de Navidad, que no durarán mucho.

La miro fijamente y pongo los ojos en blanco. No puedo disfrutar de nada ahora, porque estoy destrozada. Odio esta ciudad, siempre hace frío y hay nieve por todas partes. Estoy harta de esto, echo de menos Miami. Estar en la playa con las chicas y disfrutar de buen tiempo todo el año. Echo de menos pasar calor. ¡Ahora sólo puedo pasar calor cuando pongo la calefacción a tope y se ha estropeado! Lo peor es la rabia que me da ver a Xander, o a otro cualquier chico. Le tengo en mi punto de mira y no es justo. Me aceptaron como compañera de piso y yo les trato fatal. Desde luego, tengo que calmarme un poco o acabaré arrancándole la cabeza a alguien.

—Podríamos salir esta noche —propongo en voz baja. Conocer a más chicos me sentará bien y no tengo que llevar un cinturón de castidad porque esté hecha polvo. Él no es el único que puede tener una aventura.

—¿He oído bien? —Pregunta sonriente—. ¿Mi depresiva Megan Maxwell quiere salir a mover el esqueleto? ¡Por fin! Esta noche. Tú. Yo. Y discoteca.

Asiento mientras me bebo mi zumo.

—¿Podrías hacerme un favor? —le pido y asiente—. Pídele disculpas a Xander de mi parte. No creo que pueda hacerlo todavía.

—Vale, pero para esta noche tienes que poder hablar con las personas de género masculino sin cabrearte.

—Lo intentaré, no quiero verme obligada a cambiar de acera. —Pongo los ojos en blanco.

—Creo que deberíamos ir de compras, cuando llegaste no te compraste ropa de siesta.

—Tal vez no me compré ropa de fiesta, porque no estaba para fiestas —opino apoyándome en la pequeña isla que hay en el centro de la cocina.

Rachel me sonríe tras acabarse su desayuno.

—Pero ahora sí estás para fiestas y pienso llevarte a la discoteca más animada de toda Nueva York. Y ni se te ocurra volver a casa sin un tío, porque no te lo permitiré.

—¿Pretendes que tenga sexo con otro chico cuando dormimos pared con pared? —pregunto con el ceño fruncido.

Ella pone los ojos en blanco y suelta una carcajada.

—¿Acaso no lo hemos hecho veces Xander y yo?

Agacho la cabeza cuando mis mejillas se encienden y asiento. Es hora de que empiece de cero. Nueva ciudad, nuevos amigos, nuevos chicos, nueva vida.




¡Y CON ESTO EMPEZAMOS DÉJAME AMARTE! Puede que me tome un descanso antes de seguir con la historia (o puede que no, pero no sé qué hacer). ¡Hasta pronto!

Besos y ciao

Alicia Lowell

Déjame Amarte © [UME #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora