Capítulo 24

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Un día menos para el vuelo...

El hilo musical es realmente relajante. Por fin un momento de relajación. Cojo un poco de aire y me sumerjo unos segundos en el agua caliente de la bañera. Debería darme baños como este más a menudo. No acumularía tanta tensión. Eso de dejar de preocuparme por las cosas no se me da demasiado bien, pero si no me preocupo yo no lo haría nadie.

Oigo el chirrido de la puerta del cuarto de baño al abrirse e ignoro los pasos que lo acompañan. Mientras tengo los ojos cerrados sonrío cuando mis fosas nasales se llenan de la fragancia de Sawyer. En estos instantes parezco estúpida con esta sonrisita en los labios, pero no puedo deshacerla.

En cambio, Sawyer sí.

Las comisuras de mis labios vuelven a formar una línea recta cuando el nivel del agua sube y se desborda un poco por el filo de la bañera. Abro los ojos cuando las manos de Sawyer e levantan y me sientan sobre sus piernas. Él tiene una sonrisa petulante en la cara, y tengo que contenerme pensar que está muy guapo para parecer molesta.

¿Una no puede darse un baño relajante y SOLA?

—¡Sawyer! —lo regaño cruzando los brazos sobre el pecho.

—Dime, nena —dice bajando la mirada hasta el centro de mi cuerpo y llevando sus manos hasta él.

—¿Qué haces aquí?

Su risa retumba en mi pecho y en todo el cuarto de baño, creando eco.

—¿No es obvio? Porque si no lo es, estoy haciendo algo mal —contesta y con el dedo pulgar dibuja círculos imaginarios en el interior de mi muslo. Le aparto las manos de mis piernas.

—Me quiero dar un baño tranquila —gruño.

—De acuerdo —se limita a decir mirándome fijamente.

Tras unos segundos en el que espero que se levante y salga lo miro enarcando una deja y él hace lo mismo. ¿A caso quiere ver cómo pierdo los nervios?

—Vete.

—¿Por qué? —pregunta algo sorprendido.

—Porque me quiero un baño tranquilito y para eso tú y esa cosa que noto perfectamente que está creciendo no podéis estar aquí —digo apuntándole a él y a eso que parece tener vida propia.

Se pasa una mano por el pelo, mojándoselo.

—¿No te apetece hacerlo? —Pregunta y de repente parece agobiado—. ¿Por qué?

Me encojo de hombros.

—Tal vez porque llevamos unos días en plan conejo —ironizo poniendo los ojos en blanco—. Te recuerdo que tengo un límite, aunque tú no.

—¿Te duele? —me pregunta mirándome preocupada—. Nena, lo siento... Yo... No sabía...

—¡No, no, no, no! —digo rápidamente. Espero que no se monte ninguna peliculita y empiece a preocuparse a lo tonto—. Yo... estoy bien, de verdad. Simplemente no tengo ganas. Pensé que después de haberlo hecho tres veces esta mañana no tendrías ganas tú tampoco.

La mirada preocupada de Sawyer no desaparece y se inclina hacia adelante para darme un beso en la frente y un abrazo. En momentos como éste hay que dejarlo hacer, si con esto se siente mejor, pues que me abrace todo lo que quiera. De repente, ahogo un grito cuando sus manos me dan la vuelta, haciendo que me siente con la espalda pegada a su pecho.

Adiós, querido baño relajante.

Sus fuertes y pálidos brazos rodean mi cintura y sus labios se posan unos segundos en mi hombro. Esto no está tan mal. ¿Quién quiere un baño relajante sola cuando puedo estar recostada en el pecho de Sawyer?

Déjame Amarte © [UME #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora