Capítulo 7

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Me restriego los ojos y me desperezo con una sonrisa en los labios. Hacía mucho que no dormía tan bien. No me he despertado ni una sola vez y no he tenido pesadillas. Por fin mi cuerpo vuelve a tener energía, aunque me duele un poco la espalda. No recordaba que la cama estuviera con dura. Me doy la vuelta, dispuesta a seguir durmiendo, pero frunzo en ceño cuando mi nariz choca con algo. Abro los ojos y por un momento bizqueo al encontrarme tan cerca —tan cerca que nuestras narices se rozan— a Collin, que tiene los ojos cerrados, sumido en un profundo sueño. Levanto un poco la cabeza y confirmo que durante toda la noche su brazo ha sido mi almohada. Me incorporo lentamente, pero mi pierna roza el abdomen de Collin, el cual tiene cubierto por una camiseta gracias a Dios.

Collin hace una mueca de dolor, llevándose la mano a la zona dolorida mientras abre los ojos lentamente. Él mira mi pierna y sube la mirada hasta mis ojos.

—Perdón —susurro apartándome un poco, terminando de incorporarme.

—No pasa nada —dice apoyando también la espalda contra el cabecero de la cama—. Me habría ido a dormir al sofá, pero es viejo y de muelles... Y me duelen los puntos.

—Oh... No... no pasa nada —digo rápidamente—. No debería haberme quedado dormida.

Cuando voy a levantarme sus dedos rodean mi muñeca. Le miro.

—Hiciste bien en quedarte dormida, llevabas tres días sin pegar ojo. Sinceramente, me he quedado más tranquilo sabiendo que al fin lo has hecho.

—Deberías haberme despertado para que me fuera al sofá, podría haberte hecho daño por la noche —digo evitando su mirada mientras se me encienden las mejillas.

Él suspira y pone los ojos en blanco.

—Mark ha dormido en el sofá.

Frunzo el ceño y entrelazo los dedos de las manos sobre mi regazo.

—Ah, ¿sí? ¿Por?

—En su apartamento están haciendo una reforma y, ya que estoy cómo estoy, le he dicho que se quede mientras reforman su piso. A veces me duelen mucho los puntos y hay cosas que no puedo hacer. Él me ayuda.

Me muerdo el labio, nerviosa, pero él lo saca de entre mis dientes, acariciándolo.

—No hagas eso —dice con el ceño ligeramente fruncido—, te estás haciendo una herido y no me extrañaría que te saliera sangre.

Hago un mohín y asiento. Cuando me levanto de la cama Collin me pregunta si puedo ayudarlo a levantarse. Al parecer ha sido más que un rozamiento y le duele. La herida que le hizo fue grande y profunda, extraño sería que no le doliera. Me gustaría ver cómo va, pero sólo de pensarlo me sonrojo. Y sé que lo nota, porque me mira de reojo. Salimos al salón y despierta a Mark, que está roncando en el sofá en una postura aparentemente incómoda.

—¡A despertarse bella durmiente! —exclama Collin.

Mark abre los ojos como puede y le saca el dedo mientras se coloca de espaldas a él.

—He estado toda la noche en vela, escuchándote dar paseítos. ¡Déjame dormir!

Le miro fijamente. ¿No ha dormido nada? Cuando me he despertado lo estaba.

—He dormido dos horas —gruñe Collin—. Es más que suficiente.

Mark lo ignora y vuelve a quedarse dormido.

—¿Por qué no has dormido? —Susurro—. ¿Es por mi culpa? ¿No podías dormir porque...?

—Megan, no sabes cuánto me alegro de haberte visto dormir. Es decir..., de comprobar que has dormido... y eso. Y si no he pegado ojo es porque no dejo de imaginarme lo que podría haber pasado.

Déjame Amarte © [UME #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora