Capítulo 27

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[En multimedia Megan, Miranda Kerr, y la canción que canta "Prove You Wrong" de He Is We]

—¡Sawyer! —lo llamo.

—¡Voy!

Doy otro bote sobre la maldita maleta y resoplo. ¡Pero ¿por qué no cierra?! ¡Así llevo veinte minutos: sentada sobre la maleta, esperando para poder cerrarla! Cuando Saw entra en la habitación arquea las cejas al verme. Y encima se está aguantando la risa. ¡Pues yo no le veo la gracia!

—Nena, pero ¿qué haces ahí subida? —pregunta tapándose la boca para ocultar su sonrisa.

—Esto no cierra y me estoy poniendo muy nerviosa —gruño.

Él suspira y pone los ojos en blanco mientras camina hacia mí.

—Megan, esa maleta debe pesar el doble que tú. Anda, baja.

Sus manos me agarran por las caderas y me ayudan a deslizarme hasta que consigo bajar. Mi pecho choca con el suyo antes de que mis pies toquen el suelo y suelto un quejido. Que te golpees el pecho puede llegar a doler, igual que si duermes bocabajo estás incómoda, pero esto es insoportable.

—¿Te has hecho daño? —me pregunta al ver que me cubro el pecho con los brazos haciendo muecas de dolor.

—Estoy bien, estoy bien —gruño—. Cierra la maleta de los...

—Eh, eh, ¿y esos humos?

Tengo la mandíbula y me largo de la habitación a paso rápido. ¡Qué ganas tengo de irme! Estoy harta de Nueva York. Le estoy cogiendo asco a todo. Y encima literalmente porque esta mañana cuando hemos pedido el desayuno casi me da algo al oler el café recién hecho. Me encuentro fatal y tengo a Sawyer preocupadísimo porque llevo unos días bastante rara. ¡Ya sé que estoy rara no necesito que me lo digan!

Me dejo caer en el sofá y suspiro. Estoy agotadísima. Me he levantado a las doce y estoy agotadísima. Debería ir al médico, pero sólo de pensarlo me pongo mala.

≪Qué ganas tengo de estar en Miami≫, pienso.

Levanto la mirada y veo que Sawyer está saliendo de la habitación. A veces me pone de los nervio y él también se pone de los nervios. Cuando estamos de los nervios nos gritamos, después yo empiezo a llorar y él retira todo lo dicho, disculpándose, preocupado. Mis hormonas se están adueñando de mí.

Lo que no entiendo es por qué.

—¿Qué te pasa? —suspira caminando hacia mí.

—No lo sé. ¡Si lo supiera te lo diría!

Sawyer se sienta a mi lado y me da una palmadita suave en el muslo antes de decir:

—Shhh... No te alteres, nena.

—¿Cómo no voy a estar alterada? —digo angustiada—. Últimamente todo va mal.

Frunce el ceño y se remueve en su sitio.

—¿A qué te refieres?

—Últimamente estoy fatal, ¡a eso me refiero! —exclamo—. Mírame. Me enfado por nada, tengo el apetito sexual por los suelos ¡y me estoy poniendo gorda!

—Tú no estás gorda. ¿De dónde sacas eso?

—Del reflejo que me da el espejo —gimoteo.

Subo los pies al sofá y apoyo la cabeza en el regazo de Sawyer mientras éste intenta tranquilizarme. ¡Nueva York saca lo peor de mí! Menos mal que nos vamos mañana.

Déjame Amarte © [UME #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora