Iba a llamar a Emilio, pero me arrepentí y sabía que si lo llamaba iba a saber, aunque no respondiera así que simplemente preferí llamar a Jayden.
Así que aquí estoy. Subiendo por el ascensor hasta su departamento en donde ya he estado un par de veces.
• Una fue tu imaginación así que no cuenta. •
Mi imaginación eres tú, así que fue tu culpa. Aun no puedo dejar de pensar en esa estúpida tarde.
• Oye no. Yo soy tu conciencia, que estés loca no es mi culpa. •
Muevo la cabeza de un lado al otro para concentrarme en el lugar que estoy a punto de entrar. No puedo dejar de preguntarme si mi conciencia algún día me va a ayudar.
• Lo dudo mi amors. •
Yo también lo dudo. Cuando el ascensor se detiene también lo hace mi corazón al ver a Jayden como Diosito y todos los Santos lo trajeron al mundo.
• Desnudo, en pelotas, sin ropa, en cuerolis. •
— Vaya recibimiento. — Suelto una carcajada más por lo último que mi conciencia dijo.
— No debiste llamarme. — Se encoge de hombros.
— Si quieres me voy. — Dejo mi bolsa en el sofá y me acerco a él.
— ¿Sabes? He tenido digamos una fantasía en follarte sobre el respaldo de ese sofá. — Lo señala.
• Nosotras ya hasta lo imaginamos. •
— ¿En serio? — Asiente y pone sus manos en mi trasero. — Pero pensé que no me ibas a follar.
— Cambie de opinión. — Me besa y esta vez no es mi imaginación.
Es un beso desesperado, sus manos aprietan firmemente mi trasero.
— Inclínate. — Alzo una ceja.
— Ya deberías saber que no hago lo que me dicen. — Se ríe entre dientes y a la fuerza me hace inclinarme.
— Mejor. — Se me escapa una carcajada. — Más vale que no digas nada Bella.
— No soy idiota. Cierra la boca.
Sus manos me acarician la cara interna de los muslos y mi respiración se acelera. Me tortura sin dejar de acariciarme. Me baja los jeans y puedo sentir su erección contra mi trasero.
— Me muero por estar dentro de ti. — Me muerdo el labio inferior y no le voy a demostrar que yo también lo quiero.
Antes de que me dé cuenta me baja las bragas y de una sola embestida entra haciéndome gritar. Se acomoda detrás de mí antes de tomarme por la cintura y comenzar a embestirme con demasiada fuerza, mis uñas se entierran en el sofá. Nuestros gemidos resuenan por toda la sala. Pero luego recuerdo algo y me apartó.
— No voy a seguir hasta que te pongas un condón. — Me mira con la boca abierta.
— ¿Es en serio? — Asiento. — No me jodas Marbella.
— Te pones el condón o te vas a quedar con esa erección. Es algo que no voy a hacer de nuevo. Es tu decisión si quieres seguir o no. Me puedo ir.
Me encanta como se siente sin condón, pero es algo que no voy a hacer de nuevo. Abre un cajón de la mesa de centro y saca un condón. En dos segundos estoy en la misma posición.
Se inclina un poco y me toma de las rodillas para que mi cadera quede apoyada en el respaldo del sofá y mi rostro en el asiento. El sofá se mueve por las fuertes embestidas, pero me importa una mierda si todo el edificio escucha.
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DIGNO PECADO. (TP #2)
JugendliteraturUn año transcurrió, siendo el comienzo de todo el resto de una vida sin él. • Me apagué un poco, pero me volví a encender, porque yo siempre puedo, siempre pude y siempre podré. •