CAPÍTULO 57.

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— ¡Yo no soy tu mujer! — Le espetó a Emilio llena de rabia.

— Te guste o no mamita, es exactamente lo que eres.

Toma mis manos antes de que pueda empujarlo y se acerca a mí de una manera lenta y peligrosa que podría intimidar a cualquiera. Se tiene que inclinar un poco y yo levantar la barbilla para que nos podamos mirar desafiantes a los ojos. Por supuesto que no le voy a bajar la mirada y él tampoco piensa hacerlo.

— Te metiste con el hombre equivocado mamita. — Su aliento con olor a menta impacta en mis fosas nasales. — Te he dejado tener el poder demasiado tiempo y eso se terminó hoy.

— ¡Yo no soy tuya Emilio, ni de nadie! — Le grito a punto de perder el poco control que me queda aún.

— No planeo que seas mía, eres un fastidio. Pero acepta de una maldita vez lo que eres y lo que representas en mi vida.

Muevo los pies y solo porque estaba distraído puedo derribarlo con mucha más facilidad. Abro las piernas sobre su cadera sentándome justo encima de su erección.

— Llevas meses follandote a este fastidio. — Pongo mis manos en sus mejillas.

Sé que podría quitarme de encima y comenzaría una pelea, pero obvio no quiere hacerlo y yo tampoco quiero que lo haga. Si quiere seguir viviendo, más vale que no haga un movimiento que cambie nuestra posición.

— Llevo meses provocándote erecciones. — Acaricia mi barbilla con su nariz y cierro los ojos. — Incluso llevamos meses corriéndonos por el otro.

— Entonces solo acéptalo y hazlo más fácil. Acepta de una vez que...

Me hace girar interrumpiéndose y su cuerpo queda entre mis piernas.

— Jamás voy a ser tuya Emilio. — Le aseguró apartando el rostro cuando quiere besarme.

— En el fondo sabes que lo eres. — Mi respiración se acelera cuando comienza a dejar suaves besos en mi cuello. — Claro que lo sabes.

Lo tomo de la barbilla para que me mire fijamente.

El cabello rizado le cae sobre la frente, sus ojos verdes, pestañas hermosas, ceja gruesa y un lunar no muy grande cerca de la nariz del lado derecho. Su barba necesita un arreglo, al igual que su bigote pues comienza a tocar su labio superior. No se ve mal, para nada se ve mal, pero...

— No pienso obedecerte Emilio, no soy tuya. No soy un objeto para que me consideres así.

— No quiero que me obedezcas. — Resopla con burla. — Estaría muy aburrido si hicieras todo lo que te pido.

— Ni siquiera en tus sueños voy a hacer todo lo que me pidas.

— En el fondo te gusta que te diga que eres mi mujer. — Recorre mi mejilla con sus labios.

• Nos gusta el poder que Milo precioso tiene. •

No lo puedo negar.

Me lo puedo quitar de encima e impedir que me siga tocando las piernas, pero no quiero que deje de hacerlo. Hace dos semanas que no lo veía.

— Y ambos lo sabemos.

— Tal vez. — Me encojo de hombros y le doy un suave beso en la comisura de los labios.

— Te encanta el peligro mamita.

— Y es peligroso estar contigo. — Termino por él.

Va a hablar, pero en su lugar besa mi cuello sin dejar de acariciar mis piernas e ir subiendo sus manos hasta la cara interna de mis muslos.

DIGNO PECADO. (TP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora