Cap. 6: Solo Yo.

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Días después de su llegada a Londres, Remus comenzó a pasar más tiempo en su nueva casa que con sus padres, ganándose más de una réplica de su familia por permanecer tan poco tiempo en su hogar. Sin embargo, eso no le impidió ir todas las tardes a la casa para asegurarse de terminar de equiparla para los niños y, de esa manera, ocuparla lo más pronto posible. 

Luego de que el camión de la mudanza finalmente llegara con sus cosas, la casa poco a poco iba tomando la forma que él quería, incluso si todavía tenía un desastre de cajas y muebles por acomodar.

Avanzaba rápido en las reparaciones gracias a la ayuda de sus amigos; Sirius lo ayudaba por las tardes luego de terminar su trabajo en su taller de autos, James lo visitaba con sus niños por las noches; y en las mañanas Peter lo acompañaba a desayunar. Hermione poco a poco comenzó a acostumbrarse a la presencia de los merodeadores en la casa, las visitas ocasionales de Severus y Narcissa o las llamadas telefónicas de Lily para preguntar sobre ellos. Toda la atención que la niña recibía fue bienvenida para Remus, quería que Hermione se sintiera lo menos aislada posible, pero cuando ella quería su espacio era consciente de que debía dárselo sin replica.

Cuidar a los niños mientras ordenaba la casa fue una tarea ardua, sobre todo con las atenciones que Teddy requería. Remus no perdía el optimismo, pero esperaba poder acostumbrarse al cansancio del trabajo excesivo y las noches en vela cuidando de los niños, después de todo, si no era Teddy quien despertaba en la madrugada llorando, era Hermione entrando a su habitación luego de una pesadilla. Trataba de recordarse a sí mismo que la universidad fue un esfuerzo parecido y si logró sacar adelante sus estudios, hacerse cargo de una familia no sería diferente, aunque, en el fondo, reconocía que no era una situación parecida.

El domingo por la mañana, Sirius llegó con una caja de herramientas y le ayudó a reparar las tuberías de uno de los baños. Remus había colocado a Teddy en su alfombra de juegos en la sala y Hermione estaba a su lado, viendo por quinta vez en la semana la película animada de Mulán. Una de las primeras cosas que hizo cuando el camión de la mudanza llegó fue instalar el televisor para la sala, Hermione y él no eran mucho de ver la pantalla, pero disfrutaban de una película en el día y, últimamente, ella estaba fascinada con la historia de Mulán.

Remus había terminado de lavar los platos del desayuno y estaba desempacando una de las cajas con un juego de tazas de colores, las iba a enjuagar cuando Sirius salió del baño silbando la melodía de una de las canciones de la película.

—¿Qué crees? La regadera de la ducha funciona perfectamente — anunció con orgullo —. ¿Acaso eso no me hace el mejor plomero del mundo?

—Te hace uno de los mejores amigos — respondió Remus con diversión, acomodando las tazas de colores en la alacena. —. Te debo una por eso también.

—Dame chocolate casero y seré feliz de haber cobrado una deuda que yo no quería — dijo Sirius, se acercó a la cocina junto a Remus y se quitó unos gruesos guantes gris manchados con aceite. Sirius tenía una fina capa de sudor en la frente y una extraña mancha café en su camiseta roja. — ¿Qué planes tenemos para hoy, Moony?

—¿Además de terminar de acomodar la cocina? Solo lo más interesante del mundo: preparar unos papeles para el trabajo — dijo con indiferencia.

Sirius bufó en respuesta y se acercó a una de las cajas que continuaba encintada; retiró la cinta sin mucho cuidado, volviendo a silbar con otra de las canciones de la película y comenzó a sacar los cubiertos para comer sobre la mesa de madera. Remus terminó con otra caja y pasó a registrar la siguiente.

—¿Enserio vas a comenzar a trabajar? ¿Quién cuidará de los niños? — preguntó Sirius, solo para tener algo de qué hablar mientras abrían cajas.

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