Confirmó la cita con Ben. No porque tuviera ganas fervientes de verlo o ir a cenar a su lado, sino porque sus amigos le insistieron en que pasara una noche sin los niños para despejarse y luego podría quedarse un rato con ellos en la fiesta de Halloween en casa de James. No sería nada desbordante como las celebraciones de su juventud, pero al menos resultaría divertido para todos –o ese fue el punto de vista de Cornamenta–.
El viernes, Severus le dio el día libre y Hermione tampoco fue a la escuela. Los preparativos para lo noche de brujas se estaban llevando a cabo, cada rincón de la ciudad revoloteaba con imágenes alusivas de monstruos y las tiendas sacaron las mejores calabazas para vender. Remus no se sentía de humor para las celebraciones, pero tampoco quería amargar un día que los niños podían disfrutar.
Este año, Hermione no quería salir a pedir dulces, ignoró todas las suplicas de los hermanos Potter y se negó al punto de casi regañarlos por insistir. Remus estaba pensando que lo mejor era quedarse en casa y tener un día tranquilo, pero la niña no se opuso a la fiesta de James y tampoco lo hizo a las decoraciones de calabazas, alegró el corazón de su padrino escucharla decir que ella las escogería.
Remus quería tener la mañana para ellos y decorar la casa. No obstante, al poner sus esfuerzos en animar a Hermione a divertirse, los recuerdos de Jean llegaban igual a un torbellino.
Jean no tenía ningún entusiasmo por Halloween, se quejaba cada vez que tenían que limpiar calabazas o conseguir decoraciones tenebrosas. Remus se divertía tanto molestándola en esos días que, al ver las pequeñas tres calabazas naranjas que consiguieron, se imaginaba a su mejor amiga riñéndolo:
"Si voy a perder mi tiempo con ellas, al menos las preferiría más grandes."
Entonces George aparecería detrás de ella y le daría un beso en la corona de su cabeza, Remus volvería a reír de solo verla derretirse en los brazos de su esposo. Luego, con una sonrisa de suficiencia, ella anunciaría que haría la mejor calabaza para sus hijos y pondría música solo para animar a Remus en un baile improvisado.
No se permitía petrificarse ante sus memorias, incluso si le abrazaban el corazón de una sensación hormigueante y cálida, se esforzaba en hacer bromas o conversaciones triviales frente a Hermione. Sin embargo, la niña parecía perdida en sus propios pensamientos y en más de una ocasión la atrapó sonriendo con tristeza.
Mientras ambos acomodaron las cosas en la mesa, Remus se aseguró de tener a Teddy a la vista con su carrito andante. El niño parecía inmerso en perseguir a Crookshanks por toda la casa y el gato, tan flojo como gruñón, solo le daba suaves bufidos de advertencia. Teddy los ignoraba a menudo e intentaba morder sus orejas.
—Yo sacaré el relleno — dijo Hermione, apoyando sus manos en la mesa y mirando con detenimiento las calabazas. —¿Podemos llevarle una a tío James?
—¿Quieres que la ponga en la fiesta?
—¡Será el centro de mesa, por eso debe ser bonita!
Sonrió ante la imagen y tomó el largo cuchillo de cocina para la tarea. Por lo general, la parte difícil de las calabazas era sacarles el relleno; una vez la cascara estuviera sola, tallarla no sería tan complicado; Hermione fue la encargada de hacerles las caras y dibujos, Remus se concentraría en perfeccionar las líneas chuecas (sobre todo la que sería el centro de mesa).
Hizo un corte limpio en la parte superior de la calabaza y luego tiró de la rama café que sobresalía, se desprendió igual que una tapa y Hermione se inclinó más sobre la mesa para ver. Su rostro se contrajo en una mueca de asco.
—¿Por qué se ve así? —gimió.
—Son las semillas, Mione. Te daré una cuchara para que las saques.
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Luz de Estrellas
Fanfiction[Segunda Parte de Bajo la Luz de la Luna] Años después de los acontecimientos vividos, Remus se va a estudiar su universidad en Alemania y permanece la mayoría del tiempo en el extranjero, extasiado por intentar hacer un camino diferente lejos de I...