Cap.11: Desconocidos y Amigos.

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Harry estaba derrumbado en el suelo de su habitación, rodeado de sus lápices de colores para la escuela y el resto de sus libretas que contenían las tareas de casa. Suspiraba cada tanto, de la manera más ruidosa posible para que Orión y Hermione lo notaran; los dos chicos estaban enfrascados en sus tareas, compartiendo ejercicios que sus diferentes profesores dejaron y enseñándose métodos diferentes para resolver los ejercicios de matemáticas.

Harry ya había adelantado su hora de estudio el día de ayer y hacía quince minutos que terminó su tarea, quería que tuvieran más tiempo para jugar, pero a Hermione le emocionaba la habilidad de Orión para contar mentalmente y resolver problemas difíciles.

Resulta que era una desventaja que su hermano encontrara otra mente inteligente para pasar el rato, Harry incluso consideraba que de no ser por Ron en la escuela, sus ratos en el receso serían increíblemente aburridos y, para su desgracia, era uno de esos días. Sus padres se negaron a la visita de Ron solo porque Harry y Orión seguían castigados por la pelea con los hermanos Riddle, pero al parecer Hermione era la única excepción a la regla.

Harry se recostó sobre sus codos y miró, con los parpados pesados, como Hermione le enseñaba punto por punto a Orión cuáles eran las palabras que tenía mal escritas en su tarea de Letras. Bufó con fuerza cuando ambos comenzaron a discutir, de nuevo, sobre cómo se escribía la palabra "consciencia".

—Iré a ver a tío Sirius — dijo Harry, interrumpiendo la discusión de ambos. — ¿Cuánto va a tardar papá Regulus en venir?

—Fue a comprar helado, pero dijo que le llevaría almuerzo a papá James — contestó Orión, cerrando sus libretas de la escuela. —. ¿Quieres que vayamos contigo? — Hermione miró a Orión con reproche.

—No, solo voy a tomar agua y veré si está viendo televisión.

—Tío Sev igual está abajo — comentó Orión antes de fruncir los labios y mirar hacía la puerta de la habitación —. Si están peleando de nuevo regresa.

—¿Por qué? Tío Sirius siempre nos da dinero para que no se lo digamos a nuestros papás  — dijo Harry, encogiéndose de hombros y caminando hacía la puerta, se dirigió una última vez hacía su hermano y Hermione con una sonrisa maliciosa en el rostro. —. ¡Le diré que nos compre un pastel para los tres!

—¡Harry! — clamó Hermione.

Harry los ignoró y se apresuró a bajar las escaleras. Con los pies de puntillas, llegó hasta la planta baja y escaneó cada área disponible de la casa. Harry parpadeó, perplejo, ninguno de sus tíos estaba a la vista y sus voces tampoco se escuchaban. Pensó en la posibilidad de que se hubiera marchado, pero no lo creía posible, era el día libre de Kreacher y su papá Regulus fue bastante claro en decir que Sirius los cuidaría.

Harry revisó la cocina y el comedor dos veces, entonces corrió al salón principal y se asomó en la ventana que daba a la calle; la motocicleta de Sirius seguía aparcada en el frente y el auto de tío Sev estaba justo detrás. Harry frunció el ceño y comenzó a morder el interior de su mejilla, preocupado. Estaba a punto de subir de regreso a su habitación y decirle a Orión que se encontraban solos cuando, de repente, escuchó un traqueteo en la oficina de su papá Regulus. Harry sonrió y pensó en lo genial que era Sirius, ellos no solían entrar mucho a la oficina porque su papá les dijo que había cosas delicadas dentro. Si él u Orión atrapaban a tío Sirius dentro, seguramente obtendrían dos pasteles en lugar de uno.

Harry caminó de puntillas de nuevo y se acercó lentamente a las puertas de la oficina, entonces, cuando sostuvo la perilla con ambas manos, giró lo más despacio que pudo y se asomó. Harry tenía la intención de gritar para asustarlo, pero en su lugar ladeó la cabeza y arqueó una de sus cejas, confundido.

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