Cap. 4: Reunión Familiar.

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Hermione no se soltó del abrigo de Remus en ningún instante, él no tuvo que pedírselo, ella simplemente observó como acomodó sus maletas con dificultad y colocó con cuidado a Teddy en el porta bebé de su pecho; en completo silencio sujetó el abrigo de Remus y caminó con él una vez que continuaron a la salida del aeropuerto.

El avión aterrizó a las doce del día y, a pesar de lo que Remus creía, los niños se comportaron; Teddy decidió tomar una larga siesta y Hermione se entretuvo coloreando un libro de dibujos infantiles con frases en inglés, ella leía en voz alta las oraciones a Remus y las traducía en alemán, solo para verificar que lo había hecho correctamente. Cuando por fin salieron del avión, Hermione lo ayudó a arrastrar las valijas menos pesadas y caminó justo delante de él, para que la vigilara.

—¿Estas cansada? — preguntó Remus en inglés mientras tomaban las escaleras eléctricas para llegar a la planta baja del aeropuerto. Las personas se arremolinaban a su alrededor, afortunadamente abrían el paso en cuanto veían al bebé descansando en el pecho de Remus. — ¿Tienes hambre? Podríamos ir a comer algo.

No tengo hambre — respondió Hermione en alemán, encogiéndose de hombros. Miraba las luces blancas que colgaban sobre sus cabezas y su mano se aferraba con fuerza al abrigo de Remus. — ¿Cuándo llegaremos a la nueva casa?

Tendremos que hacer una parada primero, hay unos amigos que necesitamos visitar — dijo Remus en alemán, resignándose en que no podría obligar a Hermione a hablar inglés mientras esté con él.

¿Son Ben y Karina?

No, son otros amigos.

Los ojos de Hermione se abrieron de golpe y observó a Remus con asombro.

¿Son los merodeadores? — Remus soltó una carcajada por la expresión de la niña y asintió con la cabeza. — ¿Y si no les caigo bien?

Eso es imposible — aseguró Remus con una sonrisa suave —. Te llevarás bien con ellos, incluso hay dos niños de tu edad con los que podrías jugar de vez en cuando ¿te parece?

Hermione arrugó la nariz, considerando la idea y asintió con la cabeza. Remus tenía suerte de conocerla perfectamente porque, a los ojos de otro, ese simple gesto podría ser uno de resignación, pero él podía percibir la emoción oculta de sus ojos y los nervios que sentía al respecto.

Hermione ya había escuchado hablar a Remus sobre sus mejores amigos en Londres, incluso estuvo presente durante algunas llamadas ocasionales que James hacía, pero se mantuvo lo más sigilosa posible, reteniendo sus carcajadas cuando alguno de los hombres contaba un chiste o broma que sonrojaba a Remus. Ellos tampoco eran ajenos a la presencia de Hermione cerca de él, después de todo, Sirius se volvía ansioso si escuchaba algún ruido extraño en la casa de Remus y le preguntaba constantemente si la niña lo acompañaba, ahogando su paranoia sobre un posible apartamento embrujado.

Por mucho que intentó que Hermione se presentara a sus amigos, no lo logró; la niña no estaba particularmente interesada en socializar, no era una de sus prioridades en la escuela y Remus sabía que su fuerte carácter la obstruía en el momento de interactuar con otros niños. Sin embargo, Hermione valoraba la amistad y ya le había confesado sus deseos a Remus de hacer amigos en Londres. Él solía pensar que su dulce pequeña tenía una mente demasiado madura para su corta edad, pero su espíritu seguía siendo el de una niña.

Se alejaron de las escaleras cuando llegaron al final de la línea, Remus escaneó a las personas con los ojos y, al no reconocer ningún rostro familiar, optó por dirigirse a algún guardia que lo ayudara a localizar un taxi. Los letreros con diversos anuncios publicitarios colgaban en las paredes y los empleados de seguridad solían pararse ahí para vigilar a las personas. Remus ya había comenzado a caminar en aquella dirección cuando escuchó que lo llamaran por voces simultáneas.

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