15. Mejor así

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Oh Bitna

Abrazo a mamá y luego a Hyeonji, mi prima se ve tan mal que no encuentro palabras para describir su estado, solo espero que todo pase pronto y lo de la tía no sea nada grave. Las veo traspasar la banda para ingresar al interior del pasillo que las llevará al avión y solo entonces me permito relajarme; aunque no me siento para nada relajada, en realidad.

—Todo estará bien, cariño —indica papá, pero por su tono de voz parece estarlo diciendo más para sí mismo que para mí.

—Lo sé.

Recorremos el camino hacia la salida del aeropuerto y subimos al auto una vez llegamos a donde papá lo estacionó; ocupo el asiento de copiloto, me coloco el cinturón de seguridad y antes de que pueda protestar ya estoy encendiendo el radio. El motor ruge al ser encendido y yo solo puedo cruzar los brazos mientras apoyo la cabeza contra el vidrio de la ventana, intentando no pensar en nada.

—¿Tienes hambre? —pregunta mi progenitor, en un vago intento por distraerme, pero yo niego de inmediato—. ¿Ni un bocadillo?

—Estoy bien, papá —respondo con voz suave, no quiero hacerlo sentir mal pero no sé si pueda soportar tanta insistencia.

No dice nada. Durante los veintidós minutos que nos lleva llegar a casa, el silencio ha sido lo único que había entre nosotros, siendo interceptado por la radio reproduciendo canciones de todos los géneros y tiempos.

Bajo del auto en medio de un suspiro que no tiene fundamentos y entro antes que papá. El señor Oh Sun-wang, en comparación a mí, es un hombre muy enérgico y extrovertido; siempre está riendo y buscándole el lado bueno a las cosas sin importar lo oscuro que pueda relucir el paisaje. Realmente es un hombre que admiro mucho, no solo por eso, sino también por el nivel de responsabilidad y compromiso que ha demostrado tener. Desde que tengo uso de razón y comprendí mejor ciertas cosas, lo he visto como un ejemplo a seguir. Además, siempre se ha comportado como un padre para Hyeonji, así que no me sorprende en absoluto que ahora mismo esté en completo silencio, observando —pero no haciéndolo al mismo tiempo— la pantalla encendida del televisor.

—Iré a mi habitación.

Desvía su atención a mí, solo entonces soy consciente del nivel de preocupación que merma en su interior.

—Me avisas cuando tengas hambre, podemos salir a comer algo.

Asiento y voy a mi habitación. Me acuesto en mi cama y fijo la mirada en el techo; las estrellas fosforescentes brillando tenuemente me devuelven la mirada, como si intentasen brindarme calma. Sonrío a duras penas y me giro hacia la pared, sosteniendo el móvil entre las manos. Han pasado poco más de dos horas desde que partieron, y el vuelo de aquí a Estados Unidos dura cerca de trece horas y un poco más, por lo que han de estar llegando pasada la media noche.

Dejando escapar un poco de aliento, me pongo de pie y busco algo para distraerme; lo único que encuentro son esos ejercicios de matemática que Min Yoongi me dio para practicar. Una punzada me recorre el pecho y me hace sentir inquieta.

Honestamente, no sé si lo que quiero de él es que se acerque o mantenerlo alejado. Cuando se trata de Min Yoongi, me vuelvo tonta, inestable, e incluso indecisa. No sé qué pensar, ni cómo actuar, tampoco qué sería lo que podría decir.

—Soy una tonta, todos en mi familia están preocupados y yo me pongo a pensar en tonterías —me recrimino con molestia—. Eres realmente tonta, Oh Bitna.

Esa lucha interna que lleva mortificándome desde un tiempo atrás no me deja tranquila. Tengo tanto en qué fijar mi atención y yo me centro en esto.

Unos golpes en mi puerta me detienen de seguir reprochándome a mí misma.

—Cariño, es hora de la cena —papá asoma la cabeza—. ¿Te parece si salimos por algo de comer?

Aprecio su intento por hacerme sentir mejor —en lo que respecta a la situación de la tía Garam—, por lo que asiento y le pido que me espere en la que cambio mi ropa por una más abrigada. El invierno está próximo a empezar, por lo que las temperaturas son más bajas y empieza a hacer frío desde antes de que caiga la noche.

—Ya estoy lista —llego a la sala acomodando la capucha de mi abrigo dos tallas más grande que yo—. ¿A dónde iremos?

Papá encoge los hombros en lo que llegamos al estacionamiento para subir al auto. Una vez en el interior, me pregunta qué deseo comer pero le digo que escoja por mí. Al final, terminamos yendo a un restaurante en el que su especialidad es el caldo de ternera y en donde conseguimos distraernos viendo un programa de variedades que están pasando.

Si me distraigo, no pienso en nada, y creo que es mejor así.

Si me distraigo, no pienso en nada, y creo que es mejor así

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𝐒𝐎𝐅𝐓 𝐁𝐎𝐘 ━𝐌𝐘𝐆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora