21. La distancia que se marcó

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Oh Bitna

De regreso a clases, los profesores no han dudado ni por un momento y nos han atestado de tareas, investigaciones y trabajos. Esta es ya la tercera semana de clases y ya me encuentro entregando cuadernos revisados.

Llego al asiento de Min y trato de ignorar olímpicamente su presencia y ojos sobre mí, pero como bien digo, solo es un intento puesto que no lo consigo. Mi mente me dice que continúe de largo, pero la insistencia en mi corazón sugiere que aproveche la oportunidad y trate de aclarar todas mis dudas.

Conozco a Yoongi desde hace años, sé cuántos lunares tiene y la historia tras la cicatriz que se empeña en esconder en la esquina superior de su frente, justo al lado derecho, con ese largo corte de cabello que casi que le impide ver. También sé otras cosas, como su color favorito y el helado que prefería comer cuando éramos niños. Pero hay un hueco en mi memoria, justo de ese tiempo en el que nos volvimos extraños.

Así que, armándome del poco valor que me queda y escondiendo lo mejor posible la ansiedad que ha empezado a brotar en mí, me dirijo a él.

—¿Podemos hablar un momento?

Luce sorprendido cuando le hablo, pero no lo suficiente como para rechazar mi petición. Es como si ya hubiera estado esperando este momento.

—Claro.

Se pone de pie y aprovechando el tiempo de receso que aún nos queda, salimos del salón. Jiah anda por ahí pululando, haciendo quién sabe qué, y Kim Namjoon y Jung Hoseok no están por lo que no hay a quién decirle nada. Subimos las escaleras hasta llegar a la terraza del edificio en el que recibimos clases, Yoongi se acerca hasta el borde mientras que yo me encargo de trabar la puerta con una silla para que nadie más entre. Luego de verificar que somos los únicos aquí, me acerco un poco a donde se encuentra, aunque prefiero mantener nuestras distancias.

El silencio nos acaricia junto a la suave brisa de verano que ya corre. Para cuando termine esta estación y llegue el otoño, estaremos por graduarnos y dar un paso más hacia el camino de la adultez.

A pesar de que he sido yo quien ha pedido hablar, es Min Yoongi quien termina haciéndolo primero.

—Antes que nada, quiero pedirte perdón —le miro sin comprender, desvía la mirada—. Por habernos puesto en una situación incómoda en aquella ocasión —aclara.

—Oh —es lo único que puedo decir, rio sintiéndome un poco nerviosa y por inercia rasco detrás de mi oreja derecha—. Es... Es comprensible que hayas querido quitarte la duda—comento en voz baja.

Siento cómo regresa su mirada a mí, pero antes de que la suya se encuentre con la mía avanzo un par de pasos hasta tomar asiento en uno de los banquillos desgastados que hay aquí. Tengo sentimientos encontrados, quiero hacerle frente a la situación, ser valiente como él y quitarme ciertas dudas de encima, pero así también quisiera salir corriendo y hacer como que nada ha pasado en realidad.

No obstante, ignoro los pensamientos cobardes que inquietan a mi pequeño y palpitante corazón y decido ser valiente.

Llegó la hora de enfrentarme a Min Yoongi y mis propias emociones, al pasado que mantenemos en común y a la brecha que se formó en medio de lo que alguna vez fue una bella amistad entre nosotros.

—En primer lugar, quiero que sepas que no te odio —esclarezco, dando el primer paso de valentía—. En realidad, odio es lo último que podría llegar a sentir por ti —su gesto se descompone un poco, al parecer mis palabras acaban de ser malinterpretadas—. La cuestión es que no te odio, ni te detesto, ni siento nada negativo hacia a ti, solo es confusión y consternación. Y algo más que quisiera evitar en lo posible.

El silencio que le sigue a mis palabras no dura mucho.

—¿Confusión? —asiento, esta vez encontrando mi mirada con la suya—. ¿Te sientes consternada? —vuelvo a asentir.

Desde aquí puedo verle en detalle. Puedo ver cómo el sol se encuentra con parte su anatomía, haciendo brillar su rostro y reluciendo su atractivo juvenil debido al ángulo en que está ahora.

—¿Por qué? —pregunta en vista de que no hablo, esta vez acomodándose a mi lado y dejándonos cara a cara.

No tengo que pensarlo mucho para responder, sin embargo me tomo mi tiempo en hacerlo puesto que no sé cómo decirlo sin sonar tan directa, a pesar de que esa es la única manera en que sé confrontar algo o a alguien.

—Resultas un enigma para mí —digo con toda sinceridad—. Hacen años que conocemos la existencia del otro, pero antes de empezar a crecer y llegar a este punto, éramos amigos —le recuerdo, ignorando el hecho de que él parece haberlo olvidado—. Pasábamos casi todo el tiempo juntos, reíamos y llorábamos viendo las mismas películas, jugábamos los mismos juegos no importando si este era de niña o aquel de niño; simplemente éramos nosotros, y éramos felices. O al menos, yo lo fui.

Desvío la mirada hacia otro lado, sintiendo un repentino nudo formándose en mi garganta. Me obligo a continuar, respirando profundamente para no dejarme llevar por mis emociones del momento. En el fondo, muy en el fondo, sé a la perfección que mi rechazo hacia su persona se debe al resentimiento que la duda y la incertidumbre generaron en mí, al hecho de que la distancia fue marcado por él más que por mí.

—Pero después... Después cambiaste mucho, y dejaste de ser el niño que jugaba conmigo. Ya no eras más Min Yoongi, aquel que era mi amigo. Solo te convertiste en Min Yoongi, un extraño para mí.

Ya está. He dicho lo que tenía atascado en el pecho, lo que me perforaba por dentro y me impedía respirar. Si no consigo respuestas después de esto, al menos habré podido quitarme un peso de encima y tratar de seguir sin importar lo demás.

A partir de aquí, todo depende de él más que de mí.

A partir de aquí, todo depende de él más que de mí

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Aquí es donde yace el drama y se desvelan verdades

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Aquí es donde yace el drama y se desvelan verdades. ♡

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