22. La verdad

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Min Yoongi


Hay algo que nunca comenté con Hoseok y Namjoon: Oh Bitna y yo fuimos amigos en el pasado, muy amigos, de esos amigos que solo se separan para ir al baño y dormir. Esa clase de amigos. Unidos. Inseparables.

También hay algo que nunca compartí con nadie, ni con ellos y mucho menos con Bitna; esa parte de mi vida que desearía borrar con todas mis fuerzas. Y también la razón por la que Lim Seo-yoon y yo tratamos de no acercarnos más de lo necesario el uno al otro.

—Perdón —murmuro en voz baja, casi inaudible, sintiéndome el peor ser humano sobre la faz de la tierra—. Lo siento mucho.

Mi voz se rompe al final. Necesito gritar lo que ha estado atormentando a mi alma, pero de tan solo pensar en compartirlo con alguien, me entra el pánico y se me hace casi imposible hacerlo. Desvelar esa parte de mi vida que preferiría mantener oculta no es algo que pueda hacer de la noche a la mañana, pero sé que para poder seguir tengo que soltarlo y dejarlo ir, por más duro y doloroso que pueda llegar a ser.

—¿Por qué? —su pregunta taladra mi mente, pero son sus siguientes palabras las que me hacen sentir sucio y avergonzado de mí mismo—. ¿Por alejarte sin razón aparente? ¿Por rechazarme sin explicaciones al volver? —siento el rencor en cada una de sus palabras, es como si tampoco pudiera soportarlo mas y simplemente dejara salir todo—. ¿Por qué? ¿Por qué exactamente te disculpas?

Quiero hundirme en la miseria ahora mismo, porque intenté no hablar de ello con nadie. Me juré a mí mismo que aquel sería un tema, algo de mi vida, que todo mundo desconocería. Incluso, cuando les comenté a los chicos que les diría algo que no sabían sobre mí, me refería a mi vieja amistad con Oh Bitna y no a la locura en la que se transformó mi mundo de un momento a otro. Por eso me esforcé tanto en no dar motivos para que hablen de mí, para que no intenten averiguar mi pasado; me obligué a recordar ese "prométeme que lo harás" y a usarlo como justificación a ese defecto que nadie comprende. Negarme a algo es lo que no puedo hacer, precisamente porque me acostumbré a recordar esa promesa.

—Aquella vez, cuando regresamos a casa de la abuela con Yunah —hago mención de mi hermana para que sepa de cuándo es que le hablo—, la razón por la que regresamos y nos quedamos fue porque nuestros padres murieron —silencio—. Los asesinaron —confieso, y decirlo me atenaza el pecho.

Escucho un jadeo proveniente de su parte, pero no digo nada. Me tomo mi tiempo antes de continuar y cuando lo hago, mi mente no deja de evocar una vez más todo lo sucedido aquella noche; de lo que mi pequeña hermana y yo fuimos testigos, de lo que nunca debimos ver, de lo que Yunah al parecer olvidó pero yo aún no consigo eliminar de mi memoria.

—Era de noche cuando llegaron a casa, eran cerca de diez hombres, todos preguntando por el mismo nombre: Lim Jaerim —tan solo mencionarlo me genera arcadas y unas ganas de vomitar tremendas—. Por supuesto, papá no sabía por qué lo buscaban a él en nuestra casa, si el sujeto vivía en la casa contigua a la nuestra.

Rio amargamente. Recordar al papá de Seo-yoon es lo peor que me puede pasar, a pesar de que ella y yo compartimos clases desde hace tres semestres ya.

—Ellos se enojaron, se enojaron mucho —recuerdo los gritos, los golpes, y el alarmante grito que abandonó la boca de mi madre cuando nos pidió a Yunah y a mí que salgamos de la sala—. Empezaron a arremeter contra todo. Destrozaron fotografías, jarrones, la mesa de centro en donde se encontraba el juego que jugábamos ese momento en familia. Todo. Lo destrozaron absolutamente todo.

Quiero frenar las lágrimas que amenazan con escapar, pero el tacto inesperado en mi hombro por parte de Bitna me termina de romper y no lo soporto más.

—Esa noche buscaban al padre de Seo-yoon, éramos vecinos—explico—, para cobrarle la exorbitante cifra de dinero que les debía. Ese hombre era un apostador irrefrenable. No le importaba dejar a su familia sin comer días con tal de estar metido en los casinos ilegales haciendo apuestas con todo cuanto poseía —la amargura me carcome completo, la rabia, la ira, el rencor—. Había dicho que aquella era su casa, cuando era la nuestra. Por salvar su pellejo, condenó a mi familia de una manera ruin y atroz.

Muerdo el interior de mi mejilla para reprimir un poco los hipidos y el llanto.

—Al final, Yunah y yo no fuimos hasta nuestras habitaciones como mamá había dicho en voz alta frente a esa gente, terminamos escapando de casa, en medio de una lluvia torrencial, luego de presenciar desde las escaleras cerca de la puerta cómo asesinaban a papá —cierro los ojos con fuerza, ya no queriendo recordar pero haciéndolo aun así—. Bastó una bala para acabar con su vida. Mamá nos dejó en la puerta trasera de la casa y corrió de regreso a la sala luego de oír el disparo. Prométeme que lo harás, fue lo último que me dijo cuando pidió que huyamos sin mirar atrás.

Me corto, no deseando hablar más, queriendo dejar de recordar. Siento los brazos de Bitna rodearme y brindarme consuelo, aun cuando sé que aquello no fue razón para justificar mi mal trato hacia ella. Sin embargo, debí decirle para que pudiera comprender mi pasada situación.

Y si, por algún motivo, esto nos llega a alejar definitivamente, al menos podré vivir con la consciencia tranquila por haber aclarado la situación que nos molestaba a ambos. No me importa si Bitna termina detestándome, solo quiero que sepa lo que pasó, porque la ignorancia es el peor mal en el ser humano, y ella merece saber la verdad por más dolorosa que esta sea. Así, sé que podrá vivir con paz en su corazón.

 Así, sé que podrá vivir con paz en su corazón

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*Total de palabras: 1013.

Entonces, ¿entendimos o neh?

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Entonces, ¿entendimos o neh?

¿También les dolió el corazón esta parte? Porque les juro que a mí me costó horrores escribir este capítulo (por segunda vez) sin sufrir en el proceso. Mi pobre Yoon, cuánto ha sufrido. :(

𝐒𝐎𝐅𝐓 𝐁𝐎𝐘 ━𝐌𝐘𝐆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora