20. Omitiendo emociones

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Oh Bitna

Extiendo la mano y alcanzo con algo de dificultad mi móvil, que dejé cargando la noche anterior sobre la mesita de noche, mientras me restriego los ojos para poder adaptarme al brillo de la pantalla una vez esta se enciende.

—Diga —mi voz suena rasposa debido al reciente despertar, tapo mi boca con la mano conteniendo el bostezo que sale con fuerza mientras espero por una respuesta por parte de la persona al otro lado del aparato.

—¡Bitna! —el tono alegre y melódico con que mi nombre es exclamado me sorprende, miro de quién se trata pero antes de siquiera poder contestar, otra vez vuelve a hablar—. Tengo algo que contarte, no te imaginas lo que pasó —comenta entre risas que viniendo de otra persona me hubieran resultado desagradables.

—¿En serio? —me levanto de la cama y procuro no caer antes de que mis pies toquen el piso—. ¿Y qué es aquello, que no puedes esperar un poco más?

He mirado la hora y el reloj marca poco más de las seis treinta y cinco de la mañana. Dios, quiero seguir durmiendo.

—Es que de verdad, no lo vas a creer —ríe una vez más—. Ni siquiera he dormido bien intentando contener la emoción.

Guardo silencio, eso se puede traducir con mucha facilidad a "no he dormido en toda la noche".

—Bueno, entonces, ¿quieres contarme?

Para este punto el sueño ha extendido su vuelo y volado lejos, muy lejos de mí.

—¡Obvio, por eso te he llamado, tontita! —arrugo la nariz, cómo odio que se muestre tan melosa y dulce, pero no puedo culparla ya que ser así es parte de su naturaleza.

—Ven a casa, haré el desayuno —ofrezco y ella no duda en aceptar, pero antes le recuerdo que si no va a despertar a la tía, al menos le deje una nota haciéndole saber de en donde va a estar.

Hacen ya varias semanas desde aquel accidente y la tía Garam se encuentra considerablemente mejor, lo cual es un alivio para todos. Incluso, me pareció escuchar decir a mamá mientras charlaba con papá que había aceptado ir a un día de campo con una vieja amiga que tiene un hijo casi de nuestra edad.

Observo mi reflejo en el espejo de mi habitación y me siento deplorable, me veo como un ser inerte, casi luzco como un zombi. Me pasé toda la noche dándole vueltas al mismo asunto de los días anteriores, sin conseguir una respuesta clara y omitiendo emociones que no me siento en capacidad de exteriorizar. Palmeo mi rostro con ambas manos y me ordeno despejarme, sujeto bien mi cabello con una liga y agarro mi toalla; estoy segura de que una ducha me ayudará, además, la necesito. Antes de darme la ducha, cepillo mis dientes y realizo una limpieza facial, he acumulado grasa y no me veo nada bien debido a las últimas desveladas.

Una vez termino de lamentarme por mi actual estado, voy a la cocina. Es fin de semana así que me encargo del desayuno y dejo que mamá duerma un poco más. El tiempo pasa tan rápido que cuando verifico la hora ya son cerca de las nueve de la mañana y Hyeonji ya está sentada a la mesa de nuestra casa.

—¿Lo hiciste todo tú misma? —pregunta con ojos brillantes mientras coloco un recipiente con kimchi frente a ella.

—Sí —le acerco arroz y soy testigo de cómo se deleita comiendo lo que he preparado—. Come tranquila —rio, dando el primer bocado tras agradecer en voz baja por la comida.

—Es que es tan delicioso —suelta un jadeo de satisfacción, es tan adicta a la comida que me sorprende que no haya engordado hasta ahora por la cantidad rebosante que en ocasiones come—. Tú cocinas tan bien y Hoseok es un buen repostero, no sé qué será de mí en medio de tanto talento culinario.

Detengo la próxima cucharada que pensaba llevar a mi boca.

—¿Hoseok? ¿Te refieres a Jung Hoseok? —sus ojos brillan cuando lo menciono, asiente con efusividad.

La miro con ojos entrecerrados. Hace pocos días me confesó que había estado enviando cartas anónimas a Jung Hoseok, que resulta ser hijo de una amiga muy cercana de la tía Garam y mi compañero de clase. Pero eso no es todo, sino que, además, ella está realmente enamorada de él. Y bueno, no hay cómo evitarlo, Jung es tan cálido que cada vez que se pone serio resulta alucinante de ver. Además, es un buen chico.

En cuestión de segundos mi prima ha dejado de comer para empezar a relatar su experiencia en aquel día de campo que resultó compartieron con la familia Jung para terminar cerrando con broche de oro.

—Entonces, me estás diciendo que son novios, ¿cierto?

—¡Sí! —chilla.

Sonrío de costado al notar esa enorme sonrisa en su rostro; la emoción y alegría son palpables, así que me siento bien al verla así. Sigo sorprendida por su confesión sobre esas cartas, pero de cierta manera me deja tranquila el saber que sus sentimientos han sido bien correspondidos.

—¿La tía Garam lo sabe? —un sonrojo violento le surca el rostro ante mi pregunta, la respuesta es clara.

Rio un poco y antes de que pueda decirle algo mis padres aparecen, sorprendiendose al encontrarse con Hyeonji tan temprano en la mañana. Les sirvo el desayuno tras habernos saludado y le hago un gesto a mi prima para que saque algún tema de conversación —cualquiera que no sea ella estando de novia— y no duda en hablar de un drama histórico que se vio hace poco.

Y así es como, de nuevo, ignoro los gritos de mi mente y corazón.

Y así es como, de nuevo, ignoro los gritos de mi mente y corazón

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El siguiente capítulo está broken hearts

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