07. Búsqueda inesperada

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Min Yoongi


—... y así es como lo resuelves —concluyo—. ¿Entendiste?

Permanece unos segundos en silencio antes de asentir levemente con la cabeza. Estoy por cantar victoria cuando al finalizar dice:

—No. Ni un poquito, la verdad.

Ahogo un gemido lastimero mientras me pregunto cómo es posible que ella, siendo tan inteligente y dedicada, no consiga comprender un ejercicio tan sencillo. O es que yo no explico bien, o es que a ella de verdad no se le dan para nada las matemáticas.

—¿Lo dices en serio?

—¿Acaso me crees capaz de bromear con algo como eso?

La habitual mirada gélida regresa a su sitio. Lleno de aire mis pulmones, diciéndome a mí mismo que está bien, aún tenemos tiempo y puedo seguir explicándole.

—De acuerdo. Entonces optaré por hacerlo más lento esta vez, ¿de acuerdo?

Sus ojos se abren a tal magnitud que me sorprende que no se hayan despegado ya de sus cuencas. Un leve sonrojo tiñe sus comúnmente pálidas mejillas y eso me hace ser consciente de que mis palabras pueden prestarse para doble sentido. Y aunque mi intención nunca fue aquello, así es como ha resultado ser.

Carraspeo con algo de fuerza y vuelvo a tomar el lápiz entre mis dedos. Echo un rápido vistazo y noto que a nuestro alrededor no hay más que tres personas más, seguramente estudiantes universitarios. La biblioteca es tan concurrida que me sorprende lo casi desértica que se ve.

—Presta mucha atención, porque después de la explicación te dejaré un ejercicio de prueba para que lo hagas tú misma.

—Bien.

Retomo el procedimiento del ejercicio algebraico con el que iniciamos y explico paso a paso y con suma lentitud el cómo resolverlo. En cada punto me detengo para preguntarle si va llevando el ritmo, a lo que ella confirma con una contestación positiva. Al terminar, tal como le dije, transcribo en una hoja aparte un ejercicio cualquiera y lo dejo para que ella lo resuelva por sí misma; mientras, yo busco resolver otros con los cuales continuar con la tutoría.

—Listo.

Me inclino hacia su lado y reviso por encima el ejercicio; el procedimiento es demasiado largo a mi parecer, y algo me dice que no lo ha hecho bien.

—Déjame revisar, por favor —pido con amabilidad.

Empiezo a revisar y sí, tal como pensé lo ha hecho mal. Un suspiro se me escapa.

—¿Está mal? —se lamenta en cuanto asiento—. No sé cómo voy a aprobar.

—Tranquila, te explicaré en qué hemos fallado para que corrijamos y así hacerlo bien esta vez, ¿te parece? —sus ojos me miran fijamente, lo que me hace sentir un poco de ansiedad—. ¿Qué sucede?

—No es nada —niega y me pide que empecemos de nuevo lo cual no dudo en aceptar.

Catorce minutos y miles de pausas después, consigue resolver el ejercicio utilizando la técnica que le he explicado.

𝐒𝐎𝐅𝐓 𝐁𝐎𝐘 ━𝐌𝐘𝐆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora