15° No te los lleves

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Missa iba a oscuras por este edificio viejo y en decadencia. Los ruidos pronosticaban que en cualquier momento se venía abajo, aún no encontraba a Quackity y tenía que ser lo más sigiloso posible para no ser encontrado por los neófitos o por el vampiro líder, sería un destino terrible ser devorado por ellos.

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- Esto es un puto laberinto... - gruño el pato en voz alta, unos pasos tras suyo le crisparon las plumas y como pudo se movió sin hacer tanto ruido al caminar, tapando su boca, la cual no dejaba de meterlo en problemas. Sabía que su pequeño Missa estaba en este lugar y debía ponerlo a salvo. La única arma que le quedaba se encontraba descargada, aún así le servía para golpear.

Estaba en desventaja reconoció, el lugar estaba totalmente oscuro y en lo que a él respecta podrían estarlo viendo desde las sombras. Podrían atacarlo en cualquier momento y ni se daría cuenta. Tiene que haber decenas de esos bichos, merodeando por ahí, esperando para sacarle las tripas.

Un pensamiento lo detuvo abruptamente, si el se sentía abrumado Missa debería estar peor aún. Los humanos no tenían tan desarrollado su sexto sentido como los híbridos, sería una presa fácil.

Escucho a Missa gritar, el eco resonó por todo el edificio, provocando un escalofrío en su espalda.

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- ¡Ahhh, ayuda por favor! ¡Quackity! ¿Dónde estás? -

Dos neófitos perseguían al muchacho aunque dejándole bastante ventaja, solo se estaban divirtiendo con el antes de atraparlo y matarlo.

- ¡Missa! - escucho la voz de su amigo alado subiendo las escaleras.

- ¡¿Dónde estás?! -

Había logrado esquivar a los monstruos para subir de dos en dos las escaleras, lo más rápido que sus piernas le permitían.

- ¡Quackity! -

- ¡Missa no, no hagas ruido ya voy por ti! ¡No te muevas! -

El héroe esqueleto se quedó quieto buscando de dónde provenía la voz, no quería perderse más de lo que ya estaba, no quería adentrarse más en la oscuridad. No quería que nada lo tomara por sorpresa.

Jadeaba cansado y asustado en busca de recuperar el aliento perdido.

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Una mano con las uñas largas y pintadas de negro lo atrapó desde atrás, tapándole la boca.

- Que cosa tan mona me he encontrado~ -

Era el tal Luzu.

- Parece que el patito te está buscando ¿Eres importante para él? -

El pelinegro tenía miedo, su respiración estaba agitada al igual que los latidos de su corazón. No podía responder a la pregunta pues su boca seguía cerrada a la fuerza.

- ¿Qué pasaría si ese pequeño tuviera que matarte? -

Esa pregunta basto para que dejara de respirar.

No estará pensando en...

Un dolor punzante en su cuello lo hizo gritar desgarradamente, el sonido de su voz y llanto era amortiguados por la mano fría que lo cubría.

Sintió una asquerosa conexión con el ser que le estaba chupando la sangre, que gruñía gustoso en su oreja.

Su cuerpo perdía fuerza, las lágrimas empañaron su vista, estaba a punto de desmayarse y si eso pasaba, ya no despertaría siendo humano.

Quemaduras en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora