23° No te metas con él

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N/A: 🚫Advertencia este capitulo tendrá escenas subidas de tono, mención y consumo de sangre🚫

Mientras las heridas se cerraban y otras nuevas se abrían en el cuerpo del vampiro, Quackity sintió un calor incontrolable nacer en su vientre.

¿Algo que podía clasificar como excitación? No, este sentimiento era completamente diferente. Diferente a la vez que Rubius lo beso tan apasionadamente aquella mañana, diferente a los besos que había compartido con Missa y Spreen, y claro que se sentía diferente a la última vez que estuvo con Shadoune.

Era el maldito lazo que los unía desde que lo habían marcado.

- Ugh~ - el vampiro había mordido su pecho con fuerza - Duele cabrón... -

- Lo siento patito... -

Nunca creyó escuchar que el vampiro le pidiera disculpas, ni que le hablara con cariño, no parecía ser del tipo que fuera amable o romántico.

- ¿Quieres parar? -

- Ni loco... -

Luzu agradeció la negativa a su pregunta, tampoco quería parar. Sus manos se deslizaron hasta el borde de su pantalón abriéndolo con lentitud dando tiempo al híbrido de pensar en lo que iba a continuar. Sin embargo Quackity solo se quedó mirando, con los ojos vidriosos y las mejillas rojas.

Su erección había sido liberada dando paso a un suspiro de alivio por parte del azabache - Puta mierda... -

Para el castaño esto se sentía cada vez más prohibido. A sus ojos, Quackity parecía un ángel, un bonito e inocente ángel manchado de sangre. Un ser puro al que estaba corrompiendo.

No pudo evitar pensar en la felicidad que le estaba robando al enamorado del híbrido. Porque era un monstruo y eso hacían los tipos de su raza, le robaban la vida y la felicidad a los otros.

Pero no se sentía mal, todo lo contrario.

Quackity ahora era suyo y no le permitiría a nadie más tenerlo, tendrían que matarlo antes para que eso pasará.

Siseo ante el dolor de los dientes del pato en su cuello - Eres insaciable ¿Eh, Quacks? - dejo las provocaciones de lado al sentir las manos del híbrido acunar su rostro.

- Antes de que pase algo más... -

Luzu frotó su rostro en su mano cuál si fuera un cachorro en busca de caricias.

- Nada de esto limpia lo que hiciste antes -

- Lo sé... - los vampiros tenían muy en claro su papel en la sociedad, solo eran escoria que nadie quería y a los que todos temían.

No había día en que no le dejarán eso en claro.

- Me hiciste daño, pero más daño le hiciste a mi Missa y a mis amigos, a mis compañeros cazadores... A la sociedad de héroes -

Luzu se quedó en silencio escuchando cada palabra salir del azabache.

- Si quieres reintegrarte, tienes que redimirte de alguna manera -

- ¿Por qué quisiera reintegrarme a la sociedad que me dio la espalda desde que nací? -

Quackity sintió una punzada en su corazón.

- A nosotros los vampiros nos tratan como monstruos... Ni siquiera tenemos derecho a la ciudadanía como ustedes los híbridos o los cambia formas... No, yo no tengo nada... Si he de deber algo, sería solo a ti... - volvió a callarse al ver al pelinegro llorar en silencio.

Sí, eran más parecidos de lo que le gustaría aceptar. Era como querer darle un discurso motivacional a su yo del pasado, seguramente ese Quackity de 15 años lleno de rencor y odio lo habría golpeado. Lo habría visto con asco y desprecio por ser tan débil.

Quemaduras en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora