Capítulo 1

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Cp 1: “Luna”

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KLOÉ

Mi madre siempre me decía lo muy aturdido que era vivir solas en Seattle, luego de la muerte de mi padre. Es una ciudad un tanto inquietante para ella, puesto que los recuerdos de aquel suceso la atormentaban, cada vez que cerraba sus ojos, y los abría en un nuevo mañana.

Yo, por otro lado no podía dejar de pensar en cómo giraría mi vida. En cómo haré para cambiar el curso, el cual no era nada bueno.

Los recuerdos de aquellos viajes de verano a las costas de la ciudad, nuestras reuniones familiares, todo eso ya no estará. Pensar en que todo lo que una vez fue, no será, me abruma.

Llevo mi mano a mi cabeza, sintiendo el mismo dolor punzante en mi sien.

Otra vez esa molestia.

No sé qué podría ser, pero no me deja en paz desde hace unos tres meses. Y cada vez se intensifica más.

—Tierra a Kloé.

Sacudo la cabeza levemente, saliendo de ese trance. Y a mi lado estaba la fija mirada de Amy. Una mirada de preocupación y de poco entendimiento.

— ¿No crees que sea migraña?— niego.— Noté como te causa agonía esas punzadas.

Quedé unos segundos observando sus ojos verdes con añoranza, ya que sé, que es nuestra última vez juntas. Importandome poco mis dolores.

Hice una mueca de con los labios, para calmar su desasosiego. Dejé sobre la mesa el libro que leía, antes de ponerme a pensar—Crepúsculo, de Stephanie Meyer.

— Seguro son mis preocupaciones— mi voz sonó un poco quebrada.

— Es que no puedo asimilar, que estuve hablando sola por treinta minutos.— abre su boca impresionada, y yo reprimo la risa.

— No exageres, apuesto que hablabas conmigo con el celular en manos.

— Pues te leía una de las mejores noticias del año y tú nada que oías.— negué con la cabeza rodando los ojos.

Mi mirada se encontraba con cada rincón significativo del centro de la ciudad, dentro del establecimiento. Con el día nublado, incluso se intensifica lo triste y detestable de una despedida.

— Aún no puedo creer que te vayas.— vuelvo los ojos a Amy.— Pasamos tantas cosas juntas que simplemente no me atrevo a decirte adiós.

— Tampoco puedo creerlo, mucho menos que mi padre ya no está— dije en un suspiro largo y angustiante.

— Siempre estará contigo, incluso en los momentos malos. Cuando alguien deja este mundo, su alma sigue viviendo para proteger a sus seres amados.

Mi piel se eriza y las lágrimas brotan por mis mejillas, lágrimas que frente a mi madre no me atreví a sacar.

Imaginar que mi padre puede estarme oyendo ahora, a mi lado y no poder verlo, ni escucharle; me rompe y me destroza el corazón.

La sensibilidad de mi amiga me advierte el cariño y amor que siempre me ha tenido, justo cuando me abraza para tratar de tranquilizarme y sentí sus sollozos golpear mi pecho.

De verdad no quería distanciarme de ella, pero es lo que debo.

Nos separamos para admirar nuestras lágrimas, con una pequeña sonrisa afligida en el rostro.

—Te escribiré— sonrío por última vez antes de cerrar los ojos e irme.

—¡Te quiero!— fue lo último que escuché y definitivamente me oprimió el pecho de añoranza.

POR LA LUNA, SERÁS MÍA © | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora