18 | Mi culpa nerviosa

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Mía

Me mantengo quieta con la mirada hacia arriba, Nicholas me mira con una sonrisa ladeada mientras escucho los pasos de mi madre recorriendo el baño. El agua me corre por la cara empapándome la ropa.

Sí, he tenido que meterme en la ducha con Nicholas, pero peor que eso es saber que mi madre está a unos centímetros de nosotros y si lo descubren estaré en problemas por... ¡el resto de mi vida!

— ¿Qué haces duchándote acá abajo? —me pregunta y al mismo tiempo suena el sonido de la secadora de cabello.

Mamá tenía la costumbre de utilizar este baño, a papá no le gustaba el desorden de sus productos de cuidado y su maquillaje regado por todas partes entonces la secadora, plancha y maquillaje siempre estaban aquí.

— Se me ha acabado el jabón y para no volver a subir me he metido a duchar aquí —respondí.

Mantuve mi rostro firme, Nick ni se inmutaba, su semblante era serio pero al mismo tiempo estaba muy relajado.
El cabello mojado se pegaba a su rostro y las pequeñas gotas de agua que resbalaban de él recorrían por todo su cuerpo.

Vamos Mía, no mires.

Como si escuchara mis pensamientos su vista bajo despacio incitándome a seguirla y volviendo a subir mirando directamente a mis ojos, pero mi madre me habló sacándome de mis pensamientos.

— Cariño, ¿cómo te ha ido en la fiesta? —el sonido del secador se disuelve y solo se escucha la ducha.

— Me ha ido fenomenal, ha sido divertido.

— Me alegra tanto, ¡te dije que no sería tan malo! —el entusiasmo en su voz hacen que me replantee estar mintiéndole a mi madre con mi vecino desnudo en frente.

Esto jamás le hubiera pasado a mi yo de hace algunos meses.

Nick me atrae hacia él y toma mi rostro con una de sus manos, me levanta la cara para observarlo y acerca su cabeza hasta mi cuello. Está jugando de manera peligrosa y no iba a ganar.

Su aliento sobre mi cuello me saca de quicio, mi dedo índice viaja desde su pecho hasta poco más arriba de su cintura contorneando sus abdominales, cuando se aleja su rostro tranquilo se transforma en sorpresa. Sus ojos serios y determinados destellan lujuria.

Cariño, hoy han llamado de una compañía hotelera y le han dicho a tu padre que... —el sonido teléfono la interrumpe, se toma un segundo y escucho sus pasos —, te contaré después, tengo que contestar.

Mi madre sale de la habitación y ninguno de los dos es capaz de pronunciar una palabra, agradezco internamente pero teníamos el mismo plan sin saberlo.
Nick me toma de los brazos y me intercambia de lugar quedando esta vez mi cuerpo completamente bajo el agua de la ducha, mi espalda choca contra la pared y al instante mi vestido se vuelve mas pesado gracias al agua fría.

— Me muero por ti —fue un susurro, les juro que pensé haber estado escuchando voces pero estoy segura que fue él.

Mierda, mierda y más mierda.

Sus manos se detienen en mi cintura, solo quedan unos centímetros entre nosotros y a diferencia de todos los besos que anteriormente nos habíamos dado este era más agresivo, más posesivo. Sus manos viajaron a las mías y las sostuvo por encima de mi cabeza con una de ellas obligándome a levantar los brazos, su otra mano alzó mi cuello dejando un espacio perfecto para la intervención de sus besos en el, un suspiro brotó de mi boca.

— Me estás volviendo loco —me dice en voz baja.

Siento como por un segundo mi mente se nubla y no tengo la necesidad de más nada que no sea Nicholas. Otro beso se profundiza, sentía su manos recorrer mi cintura hasta que una de ellas se posicionó sobre mi muslo subiendo poco a poco mi vestido.

La manilla de la puerta vuelve a hacer ruido haciendo que ambos nos separemos instantáneamente, nuestras respiraciones agitadas se ensordecen gracias al ruido del agua.

— Mía, volveré en unos minutos, iré a buscar unos documentos que tu padre se ha dejado en la oficina, él está en una reunión en el estudio, te amo cariño.

— Te amo —le respondo.

Cierra la puerta y siento que puedo volver a respirar.

Los labios de Nick están hinchados y bastante rojos, supongo que los míos igual. Cierro los ojos intentando esconder mi vergüenza y salgo de la ducha mojando el piso.

— Hey hey, ¿a donde vas? —me pregunta.

— Necesito salir de aquí.

Salgo del baño lo más rápido posible, subo escaleras arriba y entro a mi habitación.

¿Qué se supone que estaba haciendo?

Entro al baño para darme una ducha rápida, cuando ya estoy lista vuelvo a bajar las escaleras con una ola de valentía abordándome. Al llegar abajo me doy cuenta de que no había nadie en el baño y todo estaba seco, limpio.

No vi ningún rastro de Nick hasta que me di la vuelta y choqué contra su pecho, mi cuerpo se fue hacia atrás por el impacto pero el me tomó de los brazos para no caerme.

— ¿Porqué te fuiste así? —me pregunta.

— No lo sé.

— ¿Te lastime?, ¿estabas incómoda?

— No Nick claro que no es solo que... yo-ya... no... —mi lengua se enreda en si misma y no puedo formular una oración coherente.

— Rubia, está bien, puedes hablar conmigo.

Me regala toda su confianza, asiento lentamente esperando que mi nerviosismo vuelva a irse por donde vino pero antes de poder decir cualquier cosa escucho una puerta cerrarse en la segunda planta, tomo la mano de Nick y lo llevo al patio, abro la puerta y ambos salimos.

— Creo que es mejor que me vaya —me dice.

Asiento lentamente pero mi cabeza me pide a gritos que lo haga quedarse.

— Hablaremos después rubia —se acerca a mi dejando un dulce beso sobre mi mejilla.

Hablaríamos si tan solo salieran palabras de mi boca y no solo balbuceos.

Mientras lo veo marcharse me regaño a mi misma una y otra vez,

¿Qué fue eso?, no era tan difícil, ¿porqué lo dejaste ir?

Sigo en mi recriminación interna cuando entro a la cocina y me encuentro a mi padre con una taza de café en la mano.

— Noche difícil, ¿eh?

— Ni te imaginas, pa —me ofrece sus brazos y voy hacia ellos.

— Espero que mañana sea mejor cariño —me da un beso en la coronilla de mi cabeza.

— También lo espero —susurro.

Más allá del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora