40 | Nunca sabemos que pasará

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Nicholas

Él no dudó un segundo en acercarse y robarle un beso, quise salir de mi escondite y abalanzarme sobre él para alejarlo de Mía, pero me mantuve en silencio tragándome mi propia rabia que para variar era mi propia culpa. Aidan la saludo alegremente ajeno a todo lo que había pasado ayer, se mantuvo frente a ella hasta que (supongo) notó que Mía no estaba tan expresiva como usualmente está.

— ¿Pasa algo?

No está ni enterado y se supone que es el novio, que novedad.

— No —la rubia se apresuró a responder—, ¿qué haces aquí?

— Quise venir a verte, mañana no podré, tengo un evento de mi padre —se dejó caer sobre la cama de Mía y ella solo se sentó a su lado.

Claro, reunión entre las piernas de Naomi, idiota.

No sabia que tu padre había vuelto.

No ha vuelto.

— ¿Eh?, oh, si, volvió ayer, después de dejarte aquí he ido a verlo.

Mentiroso.

— ¿Cómo le ha ido?

— Porque hablamos de mi padre, mejor ven acá —dijo tomando su cuerpo para impulsarlo sobre el de él.

— Aidan... —Mía intentó hablar mientras el besaba sus mejillas pero él la interrumpió hundiéndose en su boca.

Bien, si esta situación no paraba pronto saldría y me tiraría de la ventana.

Un teléfono comenzó a soñar haciendo que me exaltara, para mi suerte no era el mío. Aidan se levanto de la cama y se alejó hacia la ventana llevándose el teléfono a la oreja.

— ¿Qué quieres?... no, te dije que estaría con Mía hoy..., soluciónalo tú... ¡no me importa!..., estaré ahí en un momento.

Cortó la llamada y volvió a acercarse a Mía tomándola por la cintura.

— Tengo que irme, te compensaré —se acercó dándole un beso corto en los labios.

— Está bien —le respondió ella con una sonrisa.

Sonrisa falsa, falsa no, falsisima.

Aidan salió de la habitación y Mía se aseguró de cerrar bien la puerta para luego acercarse al closet, pero ya me había apresurado a salir.

— Por fin se fue —dije rodando los ojos.

— ¡Estaba nerviosa!, no sirvo para esto, debes irte ya —comenzó a empujar mi cuerpo hasta la puerta.

— ¿Pensabas quedarte con él toda la tarde y torturarme en tu armario?

— Nicholas no seas infantil y en todo caso te lo mereces —puso ambas manos sobre su cintura—, se nota que estás celoso.

— ¡Claro que lo estoy!, te ha besado en mi puta cara.

— ¡Es mi novio!, por supuesto que iba a besarme.

Más allá del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora