Año 2023, cuatro chicas amantes del imperio otomano, tuvieron las dicha o desgracia de viajar a dicho imperio.
Aunque al principio era una idea emocionante, la realidad es que sería un infierno en vida.
Un trono, cuatro madres que quieren proteger a...
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──Vaya, la exiliada volvió.──Dijo Azra con una risa burlona.
──¡Eres una rata!──Grito Harika a la mujer que tenía frente suyo.
──Vaya, dime algo que no sepa, ¿Pero se puede saber por que me insultas?, No recuerdo haberte hecho nada todavía.
──Las cartas de mi hijo.
──¿Que cartas?──Pregunto Azra fingiendo inocencia.──Ahh, esas cartas, yo no tuve nada que ver eso, te odio y todo, pero la de las cartas debió haber sido Emira, ella te odia más que nadie.
──No te creo.
──Bueno, el exilio te hizo dejar de ser estúpida, yo solo evite las dos primeras cartas, lo demas es obra de Emira.
──Azra, te voy a dejar algo muy en claro, vas a arrepentirte de esto, tu y tus amiguitas van a arrepentirse de esto, voy a crear una tormenta que arrasara con todas ustedes.
──Veremos quién mueve las fichas primero, pues yo no te voy a permitir nada, no te tengo miedo Harika.
──Empieza a temerme.
Y con esto último Harika abandono los aposentos de Azra, dejandola sola, la cual una vez sola, se sentó de nuevo y miro a su alrededor.
──¿A si que viene a amenazarme?──Río levemente.──Ay Harika, ninguna amistad dura tanto en este palacio, veremos cuanto aguanta tu amistad con Nurgul y Gunay.
Azra se levanto de su silla y camino hasta los aposentos de Emira, pues tenía un plan en mente y necesitaba ejecutarlo cuanto antes.
Su plan era simple, dejaría que esas amiguitas se matasen entre si, y la única manera de romper esa amistad seria acabando con uno de los hijos de las demás.
Los de Harika todavía no, queria que disfrutase de sus príncipes un tiempo más, pero sus hijas, tenía tres, ya las había gozado el suficiente tiempo.
──Azra, ¿Que te trae por aquí?──Pregunto Emira.
──Algo muy simple, ¿Por que no nos divertimos un rato?
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