38| Pasar de los años.

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──Jaque mate

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──Jaque mate.──Río la Valide al ver que le había ganado de nuevo a su amiga.──Harika, ¿Sucede algo? Estas muy distraída.

──No ocurre nada Nurgul, simplemente tengo una leve sensación de que algo malo va a pasar.

──Estoy en las mismas.──Dijo la otra mujer, siento que algo muy malo va a ocurrir.

──Debemos estar atentas.──Volvió a hablar Harika.──Debemos prevenir cualquier situación.

──Ten por seguro que lo haremos.──Aseguro Nurgul.

Habían pasado diez años desde que nuestras sultanas volvieron a tener el poder en sus manos, durante esos diez años habían pasado muchas cosas, pues, Emira logro convencer a Uveys de firmar un tratado en el que no dejaría de ser considerado como príncipe del imperio, pero, renunciaba a cualquier posibilidad de ascender al trono, convirtiéndose en pasa del imperio.

Gunay había hecho lo mismo con Hassan, solo que ella no tuvo que convencerlo de nada, simplemente vino su hijo un día y le anuncio la noticia de que ahora solo seria pasa de alguno de sus dos hermanos, pues Hussein, habia ascendido al trono del imperio Safavida, ¿Cómo era posible esto? Pues él junto a Bulent conquistaron al imperio con ayuda de Berat, y como regalo de cumpleaños de Hussein, Bulent le obsequio el imperio, al mismo tiempo que firmaron un tratado de paz.

Se llego a celebrar nuevamente la boda de Gunay y Berat, la diferencia es que estaba vez no solo estuvo Nurgul de testigo, si no, todo el imperio.

Fueron felices durante mucho tiempo, pero de igual modo, nada es para siempre y la salud de Berat se puso delicada, dejando sola a sus hijos y a su amada Sultana.

El imperio esta vez si mantuvo el luto, a diferencia de Yavuz, todos lloraron su muerte y guardaron el debido respeto.

La Sultana Morena, sufrió la muerte de su esposo, evidentemente, pero su luto no duro mucho tiempo, pues cuando fue al imperio Safavida a aceptar su nuevo rol como Valide, su hijo le pidió que volviese a sonreír, cosa que hizo.

A decir verdad, Gunay se la pasaba de un imperio a otro, un tiempo estaba junto a sus amigas y otro en el imperio junto a su hijo y sus nietos, pues ahora como Harika y Nurgul le decían, ella era una abuela.

Aunque la segunda tampoco tenia mucho de que opinar, puesto a que ella también era una abuela, y tenia como cuatro nietos mientras que esta solo tenía dos.

Por el lado de Nurgul y Bulent solo tengo que decir que ambos hicieron del imperio una época de oro, pues todo el mundo estaba bien económicamente y el imperio marchaba bien.

El único Sehzade que no renuncio al trono fue Bahadir, pero no era que él tuviese la intención de derrocar a su hermano, no, claro que no, él quería firmar el tratado, pero ni su madre ni ninguna de sus tías lo permitieron, pues decían que en caso que ocurriese algo, debían tener a una persona con madurez suficiente como para gobernar su estado.

──Chicas.──Sonrió Harika a las otras dos Sultanas.──¿Qué hacen?

──Rajamos de la moda de Europa, ¿Ustedes?──Bromeo Gunay.

──Jugábamos ajedrez, pero suena más interesante criticar a los Europeos.──Rio Nurgul mientras que se sentaba al lado de Emira y Harika al lado de Gunay.

Las cuatro comenzaron a reír y hablar de cualquier cosa mientras tomaban te de anís, ese era un día normal del imperio, del imperio donde abundaba la paz.

Aunque no por mucho, pues había alguien que no conocía la palabra perder, no la conocía o no entraba en su vocabulario, puesto a que aun ansiaba con el poder.

Ansiaba de nuevo tener el trono entre sus manos, ansiaba volver a imponerse en el imperio, por eso había cuidado tanto del niño que dormía pacíficamente en sus piernas.

Aquella mujer era incapaz de sentir amor, no había sentido amor por Yavuz, no había sentido amor por ninguno de sus hijos, solo habia sentido amor por una, su amada Hatice, pero esta ya no existía más en el mundo.

Y con eso miro su única muestra de afecto, solo en esta vida le quedaban su hija Atike y su nieto Suleiman, pero ninguno de los dos le importaba realmente, le importaba el poder que ellos pudieran darle.

Por que tenía en claro que ella volvería a tener el trono en sus manos y haría pagar a esas cuatro mujeres su desgracia.



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