𝐂𝐎𝐀𝐒𝐓𝐋𝐈𝐍𝐄 | Lo'ak te Suli Tsyeyk'itan.
La aparición del Coronel Miles Quaritch no solo les devolvió el miedo, también los apartó de lo que más querían. Lo'ak fue entrenado como guerrero, y no siente que huir sea la voluntad de uno. Su padre...
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XXXV. UNA NUEVA ESPERANZA AE'WYN
UN PAR DE DÍAS BASTARON PARA QUE AE'WYN SE ACOSTUMBRARA A ESE NUEVO DOLOR. Era un dolor extraño, nada parecido al que experimentó con el veneno. Ese dolor nacía en su alma, en el núcleo que lo unía a Pandora como un Na'vi. Los días siguientes fueron terribles. Despertaba gracias a Ao'nung, Marze, Rotxo y Tsireya, quienes lo llenaban de comida, leche de orquídea y se aseguraban de que estuviese cómodo.
Ae'wyn no se sentía bien porque los recuerdos de su primer accidente fueron terriblemente similares a esa situación. Cuando el accidente recién había sucedido, años atrás, sus hermanos y amigos actuaron de la misma forma, buscando consentir cada uno de sus pedidos, tratando de calmar su malestar.
Algunos de esos recuerdos le causaban gracia, como la forma en la que Ti'er solía ir a cazar al amanecer para regresar, horas más tarde, lleno de arena y algunas heridas, pero con los peces más grandes para él. Ao'nung y Rotxo solían discutir por quién haría qué cosa, mientras Tsireya y Marze ejercían la labor de sanadores.
La parte que detestaba de esos recuerdos era lo inútil que se sentía. Tanto años atrás como en la actualidad, sufrir algo como eso lo irritaba. Ae'wyn necesitaba ser útil, volver a sus labores y correr a refugiarse en brazos de su compañero.
Pero no podía hacer nada de eso.
—¿Cómo te sientes hoy?
Ae'wyn llevó la mirada hacia Marze, sonriendo cansado.
—Agotado.
Marze asintió.
—Me temo que estarás más agotado para el final del día. —Ae'wyn lo observó moverse por el marui con rapidez, acomodando las mantas y buscando los tazones de fruta que llevó hasta él—. Come, necesitas fuerzas para enfrentar otro día más.
—Desgraciadamente —masculló Ae'wyn.
—¿Todavía duele? —Preguntó Marze—. Tu núcleo.
—Sí —asintió—, pero ya lo siento un poco más fuerte.
Marze lanzó una corta risa.
—¿Cómo no lo vas a sentir más fuerte? —Inquirió con burla—. Todas las noches te escabulles hasta el marui de Lo'ak y duermes allí, como un animal que fue apartado de su manada.
Ae'wyn sacudió la cabeza.
—Necesito sentirlo —murmuró—, aun si es a través de una pared.
—Deberías dejar que yo se lo diga —dijo Marze, empujando juguetonamente su hombro—. Me encantaría ver su reacción. Lo'ak jura que tú no te acercas a él en ningún momento, si él se enterara de esto...
—No —respondió Ae'wyn, interrumpiéndolo—, no puedes decírselo.
Ae'wyn fijó la mirada sobre una de las paredes, mientras Marze iniciaba una lista de quejas que él ignoró. Marze no se equivocaba. Cada noche, sin falta, Ae'wyn tomaba una de sus mantas y se escurría hacia el marui de los Sully, donde podría sentir el núcleo con su compañero volverse más fuerte.
