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XXX. HERIDAS INTERNAS
SPIDER

CONTANDO LAS LINEAS MARCADAS LA PARED DEL MARUI, ESE DÍA SE CUMPLÍAN DOS semanas desde su llegada a Awa'atlu. Los días pasaban con una lentitud terrible, una tortura que le recordaba, con cada hora que pasaba, que él no pertenecía en ese lugar.

Mierda.

¿Llegaría a pertenecer a alguna parte?

Spider sacudió la cabeza.

Sí perteneces, se recordó.

Al menos lo hacías, allá en el bosque.

Sorprendentemente, en Awa'atlu lo recibieron con mucho más afecto que en el bosque. Allá, los Omaticaya aseguraban haberlo aceptado, pero Spider podía ver un atisbo de molestia en sus miradas, como si cada vez que lo observaran a él, solamente podían ver el fantasma de aquel humano que destruyó su hogar.

No es mi culpa, quería gritarles Spider, yo no lo hice, no fue mi culpa. Sin embargo, los comprendía, y vaya que comprendía a Neytiri. Para ningún miembro de la familia Sully era un secreto que Spider, desde que era solo un niño, admiraba incremente a Neytiri. Cuando la mujer estaba dentro del laboratorio, cargando a un Neteyam recién nacido en sus brazos, Spider la perseguía en sus pañales, alzando sus brazos en dirección a ella.

Él deseaba tener ese talento para cazar, esa fuerza y esa capacidad de comunicarse con Eywa.

Pero no lo tendría, porque él no tenía una trenza que le permitiera acceder al mundo espiritual.

Él era solo un intruso.

¿Cierto?

Sus propios pensamientos iban en su contra. Algunos días, Spider se regañaba a sí mismo por pensar de esa forma, recordándose que él sí formaba parte de los Sully, que el sí era un Na'vi. Otros días, sin embargo, sus pensamientos se tornaban ligeramente oscuros, donde lo único que podía pensar era en los mil y un defectos que jamás le permitirían convertirse en un verdadero Na'vi.

Existían días en los que ni siquiera él mismo se soportaba y comprendía, más que nunca, el odio de Neytiri hacia él.

Porque él también se odiaba.

Esas dos semanas, los pensamientos negativos fueron los únicos que se paseaban por su cabeza, molestándolo entre canturreos maliciosos, repitiéndole, una y otra vez, que hubiese sido mejor permanecer en el bosque, con su padre.

Su padre.

El recuerdo de ese hombre que permanecía atado en otro marui lo hizo fruncir el ceño. Necesitaba hacer algo para acercarse a él y hablarle, necesitaba verificar que estuviese bien, porque solo con él Spider podía dejar de sentirse culpable.

Con él, Spider podía dejar de sentirse como una carga.

Bueno, aquello no era del todo cierto.

Había otra persona que, en esas dos semanas, hizo que Spider dejara de sentirse como una carga. Persona que, en esos momentos, entraba en su marui con una sonrisa tranquila y un tazón de comida en sus manos.

COASTLINE, ━━ LO'AK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora