59.

513 78 3
                                    

Sentados sobre la caja del auto, Lionel con su cabeza en el hombro de Guillermo y sus manos entrelazadas, observando el atardecer en un profundo silencio, pues las palabras, los temas de charla se habían acabado hace rato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sentados sobre la caja del auto, Lionel con su cabeza en el hombro de Guillermo y sus manos entrelazadas, observando el atardecer en un profundo silencio, pues las palabras, los temas de charla se habían acabado hace rato.

Sus planes no habían resultado como el quería, pero no podía quejarse tampoco porque finalmente se había expresado, había sacado todo lo que en su interior guardaba y Guillermo lo había hecho sentar cabeza de una vez por todas.

Estaba cansado de ser un cobarde, de huir de los problemas en lugar de quedarse a enfrentarlos, eso hacia su padre y no pensaba seguir su ejemplo. Sí, hubiera deseado poder tener más hijos con la persona que amaba, pero era egoísta pensar que el mundo se acaba al no poder tenerlos cuando la realidad es que Diego existía, el hijo que el deseaba tanto ya existía, y debía recuperar los años perdidos con él, darle todo su amor, ser el padre que no había tenido durante casi dieciséis años.

–Leo, tu celular está sonando.

Y como coincidencia del destino, al sacar  su celular se dió cuenta de que quién lo llamaba era Diego.

"-¿Hijo? Que
alegría escucharte."

"-No se si
estás muy ocupado,
pero.. ¿Podrías
venir por mi?"

Lionel miró a Guillermo un par de segundos y cuando esté le asintió con la cabeza en forma de afirmación, inmediatamente ideó un buen plan.

"-Para vos ya
nunca más estaré
ocupado, decime
dónde estás y paso."

"-Va va va,
te mando ubi."

Se despidió una vez había recibido la ubicación, y tras colgar y guardar su celular miró nuevamente a Guillermo, mismo que ya había bajado de la cajuela y lo esperaba.

–¿Te dejo en tu casa para que de ahí vayas por él?

Su ceño se frunció a medida que este formulaba la pregunta y cuando por fin terminó, negó rotundamente.

-No, que decís.. Ni si quiera tengo auto, che.

Con cuidado se sentó en la orilla de la tapa y cuando el mexicano se posó entre sus piernas, se atrevió a dejar un beso sobre labios, uno diminuto pero que hizo a las mariposas de su estómago despertar.

-Vos venís conmigo.

Guillermo puso sus manos por un lado del cuerpo ajeno y negó inmediatamente, su relación con Diego aún no mejoraba y no quería hacerlo enojar más con su presencia.

–No, sabes bien que Diego no me quiere ver.

Lionel rodó sus ojos y lo hizo verle fijamente, era consciente del porque se hizo el problema y honestamente no le parecía en lo absoluto como Guillermo se había comportado con el adolescente, sin embargo no podían estar así toda la maldita vida.

Deserted | Mechoa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora