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Lionel no tenía amigos cuando llegó a México por primera vez a la edad de catorce años, duró casi tres meses sin nadie más que sus hermanos que lo acompañaran, y fue duro, al menos hasta ese día en el que por mera casualidad llegó a un parque cercano a su hogar, con su balón en manos y una pequeña botella de agua.

Los primeros minutos los jugó solo, extrañando a Cristiano que tristemente tuvo que quedarse en Argentina por el empleo de sus padres, Lionel lo extrañaba tanto. Jugar solo no era divertido y no lo era hasta que repentinamente un joven de su edad se acercó a él, se presentó con una sonrisa y se hizo su amigo sin pensarlo.

Andrés, Andrés Guardado.

Sí, muy extraño saber que la persona que hoy no quería de cerca, era la misma que un día fue su primer amigo en México, la primera persona externa a su familia que no lo criticó por su estatura o acento, la primera persona que lo hizo tenerse confianza para hablar con otros.

Andrés le enseñó la ciudad, le mostró los mejores lugares de comida y lo incluyó en su grupo de amigos tan pronto tuvieron mucha más confianza, Lionel conoció su hogar y tras unas semanas de amistad estaban jugando juntos en el campo de tierra cercano a sus casas, inclusive dió la coincidencia de que iban  en la misma escuela, diferentes salones claro, pero ayudó demasiado para que el argentino pudiera desenvolverse con sus compañeros.

El mexicano era demasiado amable, carismático y demasiado paciente con él, nunca olvidaría esos días enteros que pasaron intentando entender la diferencia de significados en sus palabras y por supuesto, aprendiendo también insultos de cada país.

Lionel estaba feliz, por primera vez en esos meses no sentía la soledad que sintió al inicio, aun resentia obviamente estar lejos de su país, de su familia y de sus amigos, pero con Andrés y sus nuevos compañeros era más ameno llevar su tristeza.

Aún si hoy las cosas eran difíciles, todavía le guardaba cariño.

Y lo hacía porque no solo hizo tantas cosas por el, si no que también fue el intermediario entre Guillermo y él.

Aunque no haya terminado bien eso al inicio, se lo agradecía.

[...]

A tan solo unas semanas de su cumpleaños número quince, Andrés había decidido invitarlo a jugar con él y sus amigos al campo, cosa que por supuesto el aceptó porque amaba demasiado el fútbol como para negarse, y también porque le había dicho que le presentaría a alguien especial.

Lionel suponía de quién se podía tratar, no era como si todo ese tiempo de conocerse nunca le hubiera platicado del joven que lo ponía nervioso.

Pero claro, él nunca se imaginó que tan pronto como entrara en ese campo de juego su corazón quedaría flechado por aquel chico de cabellos rebeldes, con sonrisa hermosa y una mirada que lo podía poner de rodillas si así lo quería.

Y no parecía ser el único que se sentía de esa forma, porque con solo verse mutuamente y de cerca pudo adivinar que el mexicano estaba igual de embelesado por él.

-¿Es él de quién me hablaste, Andrés?

El observó impactado, resultaba que había sido tema de conversación entre ellos dos y no lo sabía, ahora se preguntaba que clase de cosas sabía el chico.

-Simon, te vas a cagar cuando veas como juega.. No mames, le da un arrastradon al equipo de José Luis el solito.

Lionel bajó la mirada apenado y negó, su pregunta estaba más que contestada con eso.

Deserted | Mechoa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora