| parte dos.

499 81 23
                                    

"Tus ojos llenos de rencorLabios que mienten más y másBesos terminan en adiós, sí, síMe tengo que largar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Tus ojos llenos de rencor
Labios que mienten más y más
Besos terminan en adiós, sí, sí
Me tengo que largar."

La hora acordada estaba por llegar, Guillermo había comprado flores para Lionel y estaba a tan solo unos minutos de llegar a la casa de este, decir que no estaba nervioso era mentirse y mucho.

Vivía un deja vú en esos momentos, cuando le pedía prestado el auto a sus padres, cuando tomaba o más bien, robaba flores del jardín de su madre porque no contaba con mucho dinero para comprar unas y cuando usaba sus ahorros para poder llevar al argentino a comer a un lugar lindo. Hoy todo era muy diferente, ahora tenía su propio auto, podía comprar flores y podía  permitirse comer en el restaurante más caro si así lo quería, el Guillermo de antes debía sentirse orgulloso de lo que ahora eran.

Su corazón latía a mil por hora, se sentía tan nervioso de lo que pudiera pasar en su salida, habían pasado muchos días desde la última vez que hablaron y muy probablemente Lionel debía sentirse decepcionado con eso, pues había prometido luchar por ambos, sin embargo quería hacerle saber que no fue su intención en lo absoluto y que después de todo, nada cambiaría entre ambos.

–Bien, vamos.

Bajó del auto con todo, caminó a la puerta con seguridad y estando frente a ella tocó el timbre para avisar su llegada, mismo que pronto fue atendido por el argentino a quien tanto deseaba ver.

Sus ojos inmediatamente se iluminaron con tan solo verle, y sin darse cuenta ya estaba sonriendo como un idiota, totalmente admirado por la belleza que el contrario cargaba.

–Te ves precioso.

Por instinto soltó, Lionel se miró de pies a cabeza y después de reír algo avergonzado, lo miró a los ojos con una sonrisa ladina.

-Vos también.

Guillermo también rió, y con un poco de pena se acercó más a él, dejando un beso sobre la mejilla del argentino sin que este lo esperara; tras alejarse, extendió su mano y lo incitó a tomarla,

–¿Nos vamos?

Lionel dudó por unos segundos si tomarla o no, pero finalmente lo hizo, y dando una mirada hacia atrás para despedirse de Sergio salió de la casa con Guillermo tomando su mano.

–Lamento haber desaparecido de la nada, espero poder lograr que me disculpes.

La puerta del vehículo fue abierta para él y sin siquiera esperarlo fue sorprendido por un ramo de tulipanes en el asiento.

–No son los tulipanes rojos que te gustaban del jardín de mi madre, pero estos también son hermosos.

El argentino sintió una chispa recorrer su cuerpo, su corazón latió como nunca, pues como si fuera un sueño se sintió nuevamente como un adolescente, enamorado de una persona que no podía tener por las adversidades de la vida.

Deserted | Mechoa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora