Pinturas

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-Papá, déjame ir al puerto- Dijo una chica mientras bajaba de prisa por las escaleras

-¿Para que quieres ir?-

-Dejé unas cosas en el barco- Sonrió y abrazó a su padre -¿Qué dices?-

-Es muy noche para que estés afuera- Dijo el hombre provocando en su hija una mueca -No me hagas esa cara-

-Pero papá, es importante-

-Puedes ir- La chica sonrió -Pero, te voy a acompañar-

-Papá...-

-Es eso o da tus cosas por perdidas-

-Ya vamos-

Los dos fueron hacia el establo, cada uno tomó su caballo y salieron a todo galope hacia el puerto, el frío de la noche y la adrenalina era exquisito

-¿Ves como no era difícil venir?- Dijo la chica bajandose de su caballo

-Marianne, es inseguro que andes sola por las calles-

-Tranquilo, ahora vuelvo-

Subió a la embarcación y entró de prisa hacia los camarotes, se sintió aliviada al encontrar su rebozo y diario

Las tomó y salió pero algo le llamó la atención, el barco de al lado seguía con una antorcha prendida

Pensó en los peligros a los que estaba expuesto ese barco si la antorcha seguía así, tomó una tabla que pudiera conectar ambos barcos, con destreza cruzó y apagó la antorcha echando agua

Terminada su labor empezó a caminar de regreso, pero otra vez fue interrumpida, unos pies sobresalientes la inquietaron, dedujo que se trataba de un borracho

-Buenas noches- Dijo Marianne sin acercarse -La noche es muy fría, debería irse a casa o subir al barco-

Al no escuchar ninguna respuesta decidió acercarse a ese cuerpo inmóvil

-Oiga, será mejor pasar la borrachera en un lugar cálido-

Otra vez sin respuesta, estaba decidida de llevar a ese hombre aunque sea arrastrando al interior del barco

Acomodó sus mangas y tomó al hombre por los brazos, cual fue su sorpresa al ver una daga enterrada en su ojo, por el miedo soltó un grito alertando a su padre

-Marianne...-

-Espérate, estoy bien- Se hizo a un lado para que su padre pudiera apreciar bien -Deberíamos llevarlo a casa-

-¿A casa? Ese hombre ya está por conocer a Dios- Dijo acercándose al cuerpo -Pobre tipo, se ve joven-

-¿Por qué crees que le hayan hecho eso?-

-No tengo la menor idea, pero no queremos averiguar- Tomó a su hija de la muñeca -Tenemos que volver, ahora-

-Pero papá, a lo mejor lo están buscando, hay que llevarlo a casa-

-He dicho que no-

Marianne sintió pesar por ese hombre pero su padre ya había hablado, estaban caminando de regreso al barco, cuando de repente se escuchó

-Ayuda...-

El hombre tendido en el piso había emitido una palabra, Marianne ignoró la advertencia de su padre y corrió hacia él

Las Tres LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora