12

257 32 24
                                    

Mingi jadeo de dolor cuando su espalda chocó contra el metal, ni siquiera se lo esperaba, ni lo había dejado pensar, pero eso sí que había dolido y el dolor solo aumentaba su enojo, así que se incorporó y volvió a hacer lo mismo con el chico delante suyo, empujándole por los hombros.

–¿Qué carajos te pasa? –Yunho tragó saliva, tenía miedo, sí, pero también sentía odio, no solo porque el rosado que tenía justo delante lo había hecho lastimar a su novio, lo odiaba porque lo hacía sentir vulnerable, porque él sentía que Mingi lo burlaba en cada momento del día en que veía la oportunidad y Yunho odiaba eso, odiaba que no lo tratara como lo que era, una persona, odiaba que Mingi lo tomara como su maldito juego.

–¡¿A ti que mierda te pasa?! ¿Crees que puedes tratar a las personas como se te dé tu maldita gana? ¿Solo porque las demás personas se cagan al verte también debería yo de hacerlo? –Sin darse cuenta Yunho iba levantando la voz cada vez más, alertando a los presos que los rodeaban incluyendo a Jongho quien los veía desde primera fila temiendo por Yunho, y a algunos guardias cerca quienes solo se meterían en la pelea si alguno estaba a punto de morir, pues las peleas en la cárcel eran muy comunes y más entre los compañeros que compartían celdas.

–¡Eres tú quien debería de dejar de mover ese maldito culo para provocarme! Los chicos como tu aquí solo sirven para una buena cogida. –Gritó al contrario quien inmediatamente le soltó una bofetada para callarlo, su mano hormigueaba pero era gracias a la adrenalina que lo sentía mucho menos de lo que era.

Yunho en su vida había peleado con alguien, mucho menos a golpes, mucho menos con alguien que le doblaba el peso en músculo. No supo cuando fue que Mingi lo había tirado al suelo, su brazo izquierdo había amortiguado parte de la caída pero tan solo segundos de darse cuenta que estaba mirando al techo sintió un peso aprisionarle la cadera contra el suelo, y un primer golpe que aterrizó sobre su mejilla fue el inicio de su dolor, haciéndolo gemir de tormento y por instinto cubrirse con los brazos.

–¡M-Mingi! ¡Detente! –Se escuchó más como un ruego, y una risa amarga y gruesa fue su respuesta.

–¿Ahora me pides que pare? Eres un idiota, si era amable contigo, era solo porque quería escuchar mi nombre ser gemido por ti –Tomó el rostro de Yunho con una de sus manos, aprisionando sus mejillas entre su dedo índice y el pulgar, el costado del rostro de alto estaba tornándose cada vez más rojo y parecía que tardaría menos de lo esperado en hincharse pero eso poco le importó a quien lo había agredido. –Solo para eso deberían servir los lindos labios que tienes.

Mingi se había quedado ensimismado con la vista en los finos labios rosados que tenía delante suyo y decidido se acercó a probar estos sin interesarle nada más en ese momento, besando a su contrario de forma agresiva e intensa, tanto que Yunho después de analizar lo que estaba pasando, sintió que la falta de aire le estaba cobrando factura, intentó separarse, pero el que lo tuvieran contra el suelo solo le quedaba empujar a Mingi cosa que debido a la diferencia de fuerzas parecía imposible, más cuando el pelirosa intensificaba la manera en que sujetaba su cuerpo ¿acaso ahora pensaba en violarlo? Inundado de pánico, sintió las mordidas agudas sobre sus labios y sintiéndose sofocado e incluso un poco asqueado golpeó la entrepierna de su agresor con la rodilla sin medir su fuerza, recibiendo un fuerte gemido de dolor, empujó al chico encima suyo y se arrastró lejos de ahí, sintiendo su labio escurrir un líquido caliente que limpió con la punta de su lengua, teniendo un sabor férrico.

–Maldito hijo de puta... –Jadeó Mingi sujetándose la pelvis, subió su mirada a Yunho y lamió sus labios, los cuales tenían el mismo sabor que Yunho había sentido al limpiarlos luego de dejar gotas de sangre sobre los labios de Mingi.

La mirada penetrante que le dio hizo al alma de Yunho escapar de su cuerpo, los ojos tan afilados y delgados que Mingi tenía ahora no mostraban nada del chico que Yunho había conocido solo hace unos días. Cuando los calambres se calmaron en el vientre del pelirosado se acercó y sin darle tiempo para reaccionar a su contrario tomó su cabello y lo azotó contra el suelo dejando a Yunho aturdido por unos segundos, sentía sus cienes punzarle y en solo segundos un fuerte dolor en sus costillas, uno que se intensificaba más y más y más, haciéndolo enrollarse sobre el suelo sin saber si sobar su cabeza o evitar que las patadas de Mingi aterrizaran en su cuerpo pero al momento en que la vista se le fue nublando y ni una cosa, ni otra le fue posible.

–¡Song, para ya! –Un guardia golpeó a los barrotes de su celda pero al notar que Mingi lo ignoraba, un par más entró y sujetaron a Mingi alejándolo del cuerpo inmóvil de Yunho, –Agh carajo, no puedes estar un día aquí sin mandar a alguien a la enfermería.

Prisionero. -Yungi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora