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Las mangas de Yunho aún seguían bastante húmedas de tanto lavar, era una bendición que le dejaran regresar a su cama tan pronto terminó, no iba a soportar otro minuto más haciendo berrinches cada vez que sus manos tocaban las sobras de comida de los platos al limpiarlos, juraba que se sentía como si esa pila de platos nunca disminuía por más que lavaba. Al momento en que llegó a la celda, le había llamado la atención que Mingi aún no había llegado pero sin tomarle tanta importancia con tal de no querer subir a su litera, se recostó en la primera cama, no sabe cuándo tiempo había pasado, simplemente... se quedó dormido.

De repente el calor aumentó en el cuerpo de Yunho y suaves caricias repasaban su rostro unas que al mismo tiempo que lo traían de vuelta de su sueño, le daban tanta paz, que no se preocupaba de nada, era como aquellas veces en que corría a los brazos de su madre y ésta le cubría y acariciaba su cabello de la misma forma, transmitiéndole tantas sensaciones que lo obligaban a quedarse en esa posición un poco más.
Sus párpados se fueron separando y sus sentidos iban despertando y con ellos un latido fuerte y constante se escuchaba en su oído izquierdo, al mismo tiempo que sus manos sentían algo duro y firme que no era precisamente la cama, por último, su vista borrosa se tardó un poco en enfocar que o más bien quien era el que lo estaba acariciando.

Su mente estaba confundida, su cuerpo estaba en medio de las piernas de Mingi y éste le miraba de forma desvergonzada mientras su cuerpo iba despertándose, las manos del alto se habían mantenido sobre el abdomen contrario mientras que las del pelirosa estaban divididas, una le abrazaba la cintura y la otra le acariciaba el cabello.

–Buenos días princesa. –Le sonrió.

–¿¡M-Mingi?! Qué carajo... –Quiso moverse de ahí pero inevitablemente al querer levantarse del cuerpo que le sujetaba, golpeó su cabeza contra la litera de arriba, se quejó maldiciendo para él mismo, al mismo tiempo que sobaba el golpe en su cabeza que estaba seguro se terminaría inflamando.

–¿Por qué estabas abrazándome así, idiota?

–Porque estabas dormido en mi cama, idiota.

El castaño se mordió los labios al notar que Mingi fruncía sus cejas mirándole con rabia, jamás se había dado cuenta que terminó durmiéndose en la cama contraria a la suya, sintiéndose un completo idiota por reclamarle aquello cuando había sido su culpa, se puso de pie y tembló un poco al ver a Mingi siguiéndole, caminando hacia su cuerpo, por más que él caminaba hacia atrás, el pelirosa no se detuvo hasta que Yunho se vio acorralado contra la pared de la celda. En seguida su contrario tomó su mentón y lo bajó un poco, para contra restar la pequeña diferencia de alturas que tenían.
El más alto observó los ojos de su compañero, a pesar de que no conectaban sus miradas, el que Mingi le mirara de aquella forma tan profunda, le hizo sentir tan pequeño como nadie nunca le había provocado, deseaba tanto que sus ojos miraran los suyos, pero en el instante en que eso ocurrió, terminó desviando su mirada de lo nervioso que estaba poniéndose.

–Pareces un cachorro que agacha sus orejas al ser regañado...–La voz grave de Mingi le murmuró, un cálido dedo se dirigió a sus labios y los separó haciendo que Yunho terminara por cerrar sus ojos al instante en que Mingi se fue acercando a su rostro, sus manos se habían quedado sobre el pecho del contrario, en un intento fallido por querer alejarle, pero parecía que todo su cuerpo cedía ante lo encantador que Mingi podía actuar. –Tienes el sueño tan pesado ¿sabes? Podría haberte hecho ya algo y ni siquiera lo notas.

Abrió sus ojos para encontrarse con una sonrisa burlona en los labios de Mingi, y en seguida sus manos reaccionaron, alejándolo para cubrir su rostro que estaba ardiendo, no sabía si por la rabia de que Mingi se la pasara jugando con él, o si por esas acciones que le habían acalorado tanto el cuerpo que él mismo se desconocía "Este idiota y sus bromas".
Tomó aire y miró a Mingi con el ceño fruncido haciéndolo a un lado para alejarlo e irse a su propia litera, al momento en que se subió miró hacia afuera de los barrotes tanto como éstos se lo habían permitido.

–¿Cuánto estuve dormido?... –Mordisqueó sus labios pensando que habrá pasado por la mente de Mingi al momento en que lo encontró durmiendo, pasó una de sus manos por su cuello sintiendo un pequeño ardor ahí posiblemente por la posición incómoda en la que estuvo durmiendo.

–No tengo idea, llegué hace media hora.

Yunho giró su rostro al chico, encontrándose con el abdomen plano de este, el peligrosa tomó su propia ropa y la humedeció en el lavabo para pasarla por su vientre, quería limpiar el sudor seco que se había quedado sobre su piel. El chico sobre la litera le miró con atención sin perderle de vista las venas de Mingi sobresalían en sus manos y se ocultaban o movían según los movimientos que hacía con su mano, por unos segundos a Yunho olvidó como era que se respiraba.

–¿Quieres ayudarme? –Y fue hasta ese momento que terminó garraspando su garganta para mirar hacia el techo, como si fuera lo más interesante del mundo.

–No gracias Patricio Estrella, yo estoy muy bien... mira qué lindo techo, las manchas de humedad le dan el toque. –Sin darse cuenta sus manos jugaron con la tela de sus pantalones. –Mingi...

–¿Qué ocurre Golden Retriever? –Dijo mirando a aquel chico que le había llamado, soltando una fuerte carcajada, pero nada comparada a la que soltó cuando vio la expresión confundida y hasta indignada de Yunho.

Mingi se la pasó bailando una especie de break dance que había estresado a Yunho, al comienzo lo había visto bastante genial pero luego de como dos horas de verlo se preguntaba si no sabía hacer otra cosa. El tiempo encerrado en su celda parecía una eternidad, pero el estar acompañado de ese chico rosa haciendo maniobras de un lado al otro en la celda le hacía pasar un tiempo bastante agradable.

El llamado Golden Retriever se quedó mirando hacia el techo durante la amyor parte del tiempo, se preguntaba si habría alguna forma de escapar ¿sería capaz de hacerlo si es que la hubiera? No estaba totalmente seguro. Entre tantos pensamientos la idea de preguntarle a Mingi el porque estaba encerrado se vio lejana en su mente, tal vez simplemente lo mejor era no saberlo, no al menos ese día.

De pronto una campana chillona, igual a la que había sonado temprano se escuchó por todo el edificio y uno de los guardias gritó avisando a los presos que salieran de sus celdas. El más bajo de ambos así lo hizo, seguido del chico nuevo quien miro todo confundido.

–Solo es el pase de revista nocturno, princesa.– Habló Mingi al ver como Yunho parecía temblar de miedo, no se acostumbraba a aquel cachorro que más bien parecía un chihuaha atemorizado con cada sonido en esa cárcel, con cada minuto que pasaba, se preguntaba cómo era que alguien como Yunho había terminado en ese sitio

–Deja de llamarme así, maldita sea... – Habló más para sí mismo, mirando a cualquier otro lado rogando porqué esto terminara pronto.

–¡Celda 17 salga! –Un guardia gritó, era la segunda celda después de la de ellos, todos inmediatamente giraron la mirada, pero no hubo respuesta alguna. –¡Celda 17, segundo llamado.

Al no haber respuesta luego de su tercer llamado, uno de los guardias presentes se encargó de entrar a la celda, y en seguida hizo un gesto de desagrado al ver el cuerpo de aquel hombre sin vida colgando de la litera superior. Llamó a dos guardias más y ordenó a los presos volver a sus celdas.

Mingi cubrió los ojos de Yunho guiándolo a la celda a pesar de los refunfuños que el alto hacía por no dejarlo ver.

–No veas, solo ignóralo.

–No iba a verlo, tonto... 











Juro que me costó tanto terminar el capítulo aaaaaaa y aun no me convence, ¿me perdonan? 

Prisionero. -Yungi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora