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El sitio era un cuarto bastante grande, pero a diferencia de la primera sección este no tenía ni siquiera divisiones, eran únicamente regaderas afiladas, alrededor de 150 regaderas para aproximadamente 300 presos de un solo edificio, al entrar fue un verdadero reto para Yunho encontrar a Jongho pero luego de que éste casi les arrojara un jabón lo encontró.

–¿Qué carajos estaban haciendo? casi me quitan la regadera dos veces. –Miró a la pareja de celda y el más alto solo agacho la cabeza pidiendo una disculpa, aunque en realidad la había agachado para que el contrario no viera sus mejillas rojas al notar a Jongho completamente desnudo. –Como sea, yo terminé así que es toda suya.

El menor de los tres se marchó y Yunho en seguida cambió la temperatura del agua a una fría, poniendo a Mingi debajo de esta sentado en un pequeño banco que Jongho había cuidado para el pelirosado. Intentaba enfocar su mirada en Mingi y en nadie más que en Mingi y no exactamente por gusto sino por que todos a su alrededor estaban en bolas y era una vista que Yunho para nada quería tener en su memoria.

–Ahora quédate quieto. –Pareció más una orden a la que Mingi asintió y se sentó suspirando de alivio cuando la temperatura baja tocó su cuerpo, dejando empaparse por completo.

–Ni siquiera me dejaste quitarme la toalla, ahora tendrás que darme la tuya para secarme. –Mientras Yunho se encargaba de lavar las heridas de Mingi, éste le jaló la toalla en un intento por quitársela, no iba a negar que quería ver a Yunho desnudo, pero tampoco que no quería que nadie más que él lo viera, así que la jalaba apenas como un juego.

–¡Quítalesa Mingi! ¡Queremos ver ese lindo cuerpo sin nada! –Un chico gritó, siendo apoyado por un par más de voces que lo animaban a que lo hiciera, ver a Yunho con la piel húmeda era un deleite visual para los presos que lo rodeaban, el castaño había intentado no mojarse mucho, pero la poca agua que le llegaba a caer había sido suficiente para que parte de la tela se pegara a su cuerpo y eso alborotara a media sección.

Mingi frunció el ceño, y rodeo por el trasero a Yunho haciendo que diera un saltito y terminara pegándose a él.

–Parece que nunca has visto un buen culo, Kai, ve detrás de ti, hay otros que puedes reclamar. –Mingi había reconocido al chico, uno de los muchos que trabajan en lo mismo que él y que apenas si habían intercambiado palabra alguna.

–¿A quién vas a reclamar? Idiota... –Habló Yunho cerrándo los ojos y pidiendo paciencia, le dio un manotazo a Mingi y este solo rio volviendo a dejarse lavar por el contrario, la nostalgia le invadió por unos segundos, no recordaba cuando había sido la última vez que se sintió así de cálido ante la presencia de alguien. –Cierra los ojos. –Mingi obedeció.

El chico de nombre Kai bufó y volvió su vista a sus propios asuntos, pues lo que Mingi decía no era mentira, había más chicos con lindos cuerpos cerca de él pero los presos eran un grupo de personas codiciosas a quienes se les había arrebatado todo, y al ver algo que parecía prohibido les hacía desearlo con más anhelo.

–¿El dolor pasó? –Lavó con cuidado su cabello, y el agua fue deshaciéndose de la espuma que se generaba, aprovechó ese momento y acarició sus cienes con delicadeza cuando el mayor asintió. –¿Y el de tu garganta?

–No me duele la garganta, me duelen los pulmones, en realidad respirar el vapor de aquí es un martirio.

Yunho abrió sus labios en sorpresa y se dio prisa entonces, tomó un trapo que estaba justo delante y lo lavó bien para luego dejarle un poco de jabón y pasarlo por el cuerpo de Mingi, estaba concentrado en eso, cuando sintió algo golpear a su pie, un jabón se había deslizado hasta ellos, otro par de sujetos mayores que ellos veían a Yunho con cierta lascividad y un tercero detrás de Yunho quien esperaba el momento para actuar.

Prisionero. -Yungi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora