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Los dos chicos se encontraban cada uno en su respectiva cama, ninguno había dicho ninguna palabra, Yunho no lo entendía, se supone que el ambiente ya no era tan incómodo, entonces ¿Por qué lo sentía así? Si antes lo pensaba ahora estaba seguro, Mingi era un orgulloso que no iba a tocar el tema. Si algo iba a pasar sería porque él tomaría la iniciativa de hacerlo.

Tomó aire y se bajó de su litera, miró al chico en la cama de abajo con un brazo cubriendo su rostro, parecía estar dormido. El día había finalizado hace unas horas pero después de estas semanas junto a Mingi, sabía perfectamente que a esas horas lo único que estaría haciendo sería fingir que dormía.

Yunho mordió su labio un poco y luego de tomar aire se adentró a la cama de Mingi, él mismo separó las piernas del mayor y se acomodó entre estas, en segundos como él lo suponía, Mingi lo miró sorprendido y confundido quitando el brazo que en un inicio le cubría.

–¿Qué estás haciendo? –Su expresión confundida seguía sobre su rostro, el alto se acomodó en su pecho y hundió su rostro ahí avergonzado, dispuesto a no hablar hasta que sus mejillas bajaran un poco la intensidad del rojo que las cubría.

–¿No es obvio? Voy a dormir. –Dijo lo primero que se le ocurrió y de inmediato se arrepintió de sus estúpidas palabras, parecía un niño, uno miedoso e inseguro.

En un par de minutos descubrió su rostro y miró a Mingi quien se había apoyado de sus codos para moverse en la cama y quedar sentado con la espalda recargada en la escalera de la litera, sin decir una palabra, solo esperando a ver que Yunho le decía.

–Y-Yo... bueno... terminé con Wooyoung. –Murmuró aquello último y subió sus ojos de cachorro a Mingi quien abrió los propios al escuchar la sorpresiva noticia, él no conocía exactamente el nombre del novio de Yunho pero al escuchar ese "terminé" supo en seguida a quien se refería. –Él no fue quien vino yo... le envié una carta, le dije que no podía seguir con él mientras... –Su mirada le evitó, bajándola un poco o mirando a cualquier sitio que no fuera su rostro. –Mientras alguien más me atraía.

Estaba recargado sobre el pecho de Mingi, el silencio llenó el lugar, pero en sus oídos se escucharon los latidos del mayor cada vez más rápidos y fuertes, robándole una pequeña sonrisa a Yunho, levantó la vista para encontrarse con la expresión aun seria de Mingi, con los puntiagudos ojos observándole fijamente y le golpeó el hombro haciéndose el indignado.

–¡Te me estoy confesando y me miras así! Además no sé de qué te haces el digno, tu corazón te dela...ta. –Su voz titubó cuando sintió las manos de Mingi sostenerle las mejillas y dirigió su mirada a éste quien tenía ahora una sonrisa plantada sobre su rostro. No hubo palabras, no fueron necesarias, solo los labios de Mingi que terminaron juntándose con los de Yunho, iniciando con un beso más que necesitado después de una semana de no hacerlo, Yunho sintió una vez más esa calidez en el pecho al besarlo pero para Mingi, oh, para Mingi, Yunho era su maldita adicción, era su dopamina, su luz en un mundo repleto de oscuridad, y el tenerlo lejos había sido todo lo contrario, su ausencia era la creación de su prolactina.

Las manos de Mingi rodearon su cintura y lo acomodó atrayéndolo más a él sin soltar el beso, sin importar que sus pulmones exigieran aire, nada le provocaría alejarse de esa gloria que sentía al tocar la boca del castaño.

–Por fin eres mío... –Murmuró sobre su boca y sin pedir permiso su lengua se adentró a explorar la zona en busca de la del contrario, los jadeos de Yunho intentando separarse antes de que comenzara a sofocarse llenaron la celda en cuestión de segundos, sentía como las yemas de los dedos de Mingi dibujaban pequeños círculos sobre su vientre provocándole escalofríos en esa zona, hasta que por fin tuvo espacio suficiente para respirar.

Prisionero. -Yungi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora