Había agarrado una magdalena de chocolate, aunque nada más le quité las chispas, mismas que me comí y la dejé a un lado.
Me entretuve averiguando cómo funciona la caja registradora. El hombre del overol hacía que pareciera muy sencillo. Toqué una serie de botones, entonces se apagó... La descompuse. Presioné los botones y me inquieté al ver que ya no hacían ruido. La desconecté y conecté otra vez, solo así volvió a funcionar.
Comienzo a pensar que Colec y Fiorella no van a regresar.
De verdad no tengo malas intenciones, sin embargo, a juzgar por esos dos únicos usuarios, no estoy segura de que este negocio tenga un futuro prometedor.
Recargué los codos en la mesa e hice un puño con ambas manos para poner mi barbilla encima. Creo que esta es la posición correcta para rezar, nada más que debería hincarme.
Ya que me encontraba mirando hacia la puerta, vi a una chica aproximarse a la puerta, misma que tomó de la manija y se volvió a mirar a su alrededor antes de abrir y entrar.
—Hola... —saludó. Es alta para ser una niña y baja para ser una adolescente. Puso las manos sobre su falda blanca y miró alrededor, a pesar de que la única otra persona aquí se encuentra frente a ella. Ingresó con tal sigilo que apenas hizo sonar la campanilla del techo—. Mi... mi papá —habló—, ¿no está aquí?
No estoy segura de si el contorno de sus ojos azules es rojizo o está por llorar, pero tiene una expresión bastante angustiada.
—No sé quién es tu padre —respondí sin interés.
—Vino... por un pirog.
—¿Qué?
—Tarta —contestó con ambas cejas hacia abajo.
—El único hombre que vino por una tarta se fue hace dos horas —le informé.
—... —miró hacia la puerta y su rostro se volvió aún más atormentado.
—Aquí hay un teléfono, si lo quieres llamar —sugerí y la chica me volteó a ver con la misma expresión que puso Kaede aquel día en que le ofrecí revisarle la tarea.
Con timidez se acercó al teléfono de la tienda y tecleó el número.
A pesar de que no tenía intenciones de curiosear, en cuanto empezó a hablar por teléfono, la volteé a ver. No entendí ni una sola palabra de todo lo que dijo. No estoy segura de que sean palabras lo que está saliendo de su boca. Agudicé el oído e igual no alcancé a distinguir nada.
Colgó y se acercó.
—¿Te debo? —preguntó.
—¿Dinero? No, no te voy a cobrar una llamada.
—Gracias —sonrió y salió agitando su larga cabellera oscura.
En definitiva, es hija del señor que se llevó el pastel de nuez, tiene un leve parecido a él. Espero no se pierda o, en todo caso, que no recaiga responsabilidad alguna en mí.
Metí a la nevera el pastel de muestra que puse sobre el mostrador, entonces volví a escuchar la campanilla de la entrada.
—Dos llamadas sí te las voy a cobrar —advertí pensando que era esa niña.
—Qué agarrada —oí la voz de Vivian desde la puerta. El intestino se me retrajo al verla. La chica entró, tomó asiento y subió los pies a una de las mesas.
—Baja los pies —le pedí sacando otro pastel de la nevera.
Me situé otra vez detrás de la caja registradora y, de la nada, Vivian se apareció frente a mí, al otro lado del mostrador, tensé los hombros e incluso abrí los ojos de más.
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[2] CCC_Catarsis | TERMINADA | ©
Ficção Adolescente🖤 La propuesta de matrimonio de Alexey es la única oportunidad que tiene Janette de ayudar a su familia, sobre todo, a Derek. Es momento de destapar todo el trasfondo del conflicto entre la familia De'Ath y Ginebra, donde Jane se encuentra justo en...