Capítulo 4

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Alicia me correteó, solo por así decirlo, por toda la casa, haciéndome la misma petición que ya antes había escuchado, la verdad, no sé con exactitud qué es lo que quiere, pero sí sé que está repitiendo las palabras.

Antes de entrar al despacho, puso una mano para detenerme la puerta, a lo que me alejé un par de centímetros de ella.

—Solamente piénsalo —solicitó.

—Ayer te dije que no, hace una semana te dije que no, el mes pasado te dije que no, y hoy, aún pienso negarme, ¿entiendes?

—Con eso saldremos de los problemas que ocasionó tu hermano —se quejó.

—Si Derek los ocasionó, que él mismo los resuelva.

—Jane...

—¡Que no! —la interrumpí.

—No me levantes la voz —dijo seria. Una vez que apreté los labios en señal de arrepentimiento, la mujer suspiró y continuó con el tema anterior—. Mira, si haces esto, se acaban nuestros problemas y evitamos una demanda para tu hermano —suplicó. Pensé que ella no imploraba y la verdad no creo que lo esté haciendo, sino más bien intentando todo lo posible.

—¿Por qué Alexey no puede escoger a otra?, ¿Marina?, ¿Olive? Sé bien que ellas estaban interesadas.

—¿Crees que no se lo sugerí...? —se aclaró la garganta al darse cuenta de lo que acababa de decir—. Le dije que ellas estaban dispuestas —corrigió—. Te quiere justo por el hecho de que tú no.

—¿Le ofreciste a Olive y Marina? —pregunté. Aunque agachó un poco la cabeza, no vi señal de vergüenza en su rostro—. En serio tienes un problema —entré y cerré la puerta.

Me senté sobre el escritorio de Lucas. Le dije a Alicia que, si lo traía de nuevo al despacho, pensaría el tema de Alexey, a pesar de que yo nada más lo quería de regreso y nunca tuve la intención de reflexionar sobre absolutamente nada.

Logan lo había acomodado a los pies de la ventana. Me gusta sentarme sobre este y recargar la espalda en el vidrio caliente que resulta de recibir la luz solar durante todo el día.

Comencé la lectura del nuevo libro que conseguí de Logan, Tokio Blues, del mismo Murakami.

Traté de prestarle toda mi atención, no obstante, cuando a los diez minutos comencé a leer sobre las experiencias no agradables para una persona, dentro de la misma novela, me resultó inquietante. Entonces, al identificar la palabra «psiquiatra», cerré el libro de inmediato, inclusive perdí la página en la que me quedé.

Dejé el ejemplar a un lado, coloqué ambas manos bajo mis piernas y presioné los dedos. Fruncí el ceño. Respiré repetidas veces en un intento de apaciguarme; aún tengo la tentación de enterrarme las uñas y es de lo que trato de deshacerme.

Bajé del escritorio, situé las palmas sobre este y estiré los dedos hacia arriba, para que mis uñas no tocaran nada. Empecé a temblar al ir en contra de un simple deseo; rascarme la piel.

Tocaron la puerta y nadie se dio el permiso de entrar, lo que significa que soy yo la que tiene que salir. Suspiré con fuerza, me enderecé y fui a abrir.

Dado que no vi a nadie al otro lado, bajé a la sala, donde Alicia se encontraba sujetando la perilla de la puerta principal. Logan también apareció del segundo piso y Marina junto con Olive limpiaban el poco desorden que había en la estancia.

—No hables —me susurró el chico al pasar a un costado de mí.

Tocaron el timbre y la matriarca abrió enseguida, después le cedió el paso a Abraham. De tantas veces que ese hombre ha venido aquí, ya lo conozco de los pies a la cabeza y puedo distinguirlo desde la distancia.

[2] CCC_Catarsis | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora