Por lo general, salgo de la escuela a la una en punto o un poco antes, en cambio, Yale me dijo que todas las lecturas que me faltan se encuentran en la Mansión, de modo que ya no es necesario que vaya al Liceo. Nada más iba para terminar con lo que Harmony me pidió y su examen fue el lunes, así que con ella ya concluí. En fin, desde las dos de la tarde hasta las ocho me quedo en la pastelería, misma que poco a poco comienza a aumentar sus ventas, la semana pasada los clientes oscilaban entre uno y dos cada hora, hoy pasan al menos veinte personas a diario.
A pesar de mis exhaustivas rutinas diarias en las que utilizo la mayor parte del día, busqué veinte minutos para verme con Alicia en distintos sitios cuando esta recoge a Kaede y Jimena de la escuela, a veces Logan también asiste a estos encuentros en los que les cuento todo lo que Alexey dice o hace, lo cual no es mucho. Los he visto durante ocho días seguidos.
Nunca tengo más que un par de palabras, pues no he hablado con él sobre ILIA y no sé si no quiere decirme nada o es que en serio no le interesa. El hecho de que a Alexey le dé igual lo que suceda con esa organización, a Alicia parece servirle de mucho.
La matriarca me dijo que debo quedarme en la Mansión al menos hasta fin de año, puesto que van a renovar contratos como hacen cada año y ella quiere saber si seguirá laborando de la mano de las mismas organizaciones extranjeras, o bien, cuáles son los nuevos perfiles, tanto asociados como trabajadores internos. Creí que pronto iba a poder terminar con esto.
Conocí a Stan hace un par de días, al parecer, siempre que está en la Mansión, no sale de su despacho, donde suele cenar mientras trabaja. Pude grabarme su rostro cuando decidió asistir a una única cena en el mes y medio que he estado ahí. Al ver su expresión, sus manos fuertes y duras, supuse que las probabilidades de que haya sido él quien golpeó a Karen no son inexistentes.
Karen dijo que las celebraciones programadas para Navidad y Año Nuevo aún no se han acordado, pues a veces realizan grandes eventos, o bien, las hacen privadas, única y exclusivamente para los que viven en la Mansión. La misma Karen dijo que antes es indispensable ofrecer un evento para presentarme como miembro oficial de esta familia, de lo contrario, no podría asistir a ningún evento social y tampoco iban a permitirme ir a la casa de Alicia en ninguna fecha importante.
Todavía me falta un año y medio para graduarme del Liceo y decidir si quiero permanecer en la institución estudiando un título como Vivian y Ulises, quienes, por supuesto, me sugirieron hacerlo, u otra opción es solicitar ingresar a otra universidad. Yale me afirmó que, cualquiera sea la escuela que elija, tengo el pase asegurado.
El descubrimiento más significativo que tuve la última semana es que Mijaíl no estudia en el Liceo.
Salí de la ducha, me puse una falda café, además de la blusa negra fajada, con mangas largas y cuello alto, así como un par de medias muy por encima de mis rodillas. Después de colocarme las botas pequeñas, los anillos y colgarme la mochila en la espalda, bajé a desayunar.
Tomé un vaso de leche con unas galletas azucaradas, además de fruta igualmente dulce, el jugo lo preferí dejar a un lado.
—¿Estás lista? —preguntó Yale antes de beber un trago de café.
—...
—Te va ir muy bien, cariño —aseguró Karen—. Alex —le habló. Este apenas le prestó atención—, ¿no tienes nada qué decir?
Miré a Alexey y él a mí.
—No tienes permitido ir al sanitario durante una prueba —dicho eso, se retiró a su trabajo.
Debo decir que estoy decepcionada.
Cristian me dejó en el Liceo, y desde la entrada seguí a Yale hasta el edificio administrativo.
Firmé por mi entrada, acreditaron mi pertenencia a la institución, me dieron un gafete que coloqué en el lado derecho de mi pecho y subí por las escaleras con Bengoa, al aula estrictamente destinada a las Pruebas de Nivel.
Allí se encontraban el subdirector y dos mujeres: una de ellas se presentó como coordinadora administrativa del Liceo, la otra mencionó ser la directora del departamento de Educación del Estado.
Al entregar los documentos que Yale me solicitó firmar, así como mi credencial escolar, y una vez comprobada mi identidad, me designaron un sitio en el aula, al fondo y en medio. Tomé asiento, luego volteé a ver al subdirector, el cual está de pie detrás de mí.
—¿Se va a quedar ahí? —pregunté.
—Me temo que sí. Tengo que vigilar desde aquí —contestó con amabilidad.
Pasados unos segundos, ingresó un chico alto, delgado, de lentes y cabello largo, muy largo, tanto que le cubría el rostro, mismo que se tuvo que descubrir para que comprobaran que fuera él quien debe realizar la prueba y no un impostor. Le cedieron un lugar al frente, en la columna cercana a la puerta.
Después llegó una chica. Esta no parecía prestar atención, por cómo se mueven sus labios y ojos, quizá está repasando información en su cabeza. Me llamó la atención que tiene piernas muy pequeñas y regordetas, pero el resto de su cuerpo es delgado. Su pupitre destinado fue el de la esquina derecha trasera del aula.
De inmediato, entró un... Aguardé hasta escuchar su voz. Chico, es un chico. Lleva puesto un vestido, la mitad de su cabello castaño está medio rapado y veo algo de busto en su pecho. Este se ubicó en la banca delante del escritorio.
Por último, algo tarde, apareció un chico con grandes ojeras, inclusive hacían que todo su rostro se viera oscurecido. Se sacudió la ropa no precisamente bien acomodada y se dirigió a la arista contraria de la primera chica.
—Tus documentos, cariño —le habló la coordinadora. El adolescente se volvió, entregó lo que debía y le concedieron ir a tomar asiento.
—Muy bien, alumnos —expresó el subdirector dirigiéndose al frente del aula. Esperó a que Yale cerrara la puerta y continuó—. Esta prueba es un favor que ustedes nos están haciendo a nosotros y que, por supuesto, les vamos a retribuir.
—Relájense, respiren... —continuó la directora—. Un resultado bajo en la prueba no afecta en ninguna medida a su historial académico.
La coordinadora repartió los exámenes a cada uno.
—A partir de este momento, tienen 120 minutos —indicó Yale.
Levanté la primera hoja, donde ya están mis datos. Mi nombre lleva el apellido Ginebra y dice que tengo 17 años.
No me molestaría saber lo que es una fiesta de cumpleaños. Alicia nunca me lo preguntó, en cambio, asumió que no la quería.
Respondí las primeras preguntas, pasé a la segunda hoja de la prueba, contesté y fui por la tercera, luego la cuarta, la quinta... y así continué. Cada tanto me detenía a pensar una serie de cosas, datos que no repaso muy seguido; conversaciones con Pipa, recuerdos de las fotografías de la señora Royan y los dientes de Hugo.
Yale me punteó que debía tomarme mi tiempo y no responder de manera precipitada, pues, si llega a oídos de estas personas el que vivo con él, algo que sucederá tarde o temprano, pensarán que, de una u otra forma, Bengoa influyó en mis respuestas, de modo que tengo que demorarme un lapso decente para contestar.
Me provoca cierto grado de ansiedad saber la respuesta y verme obligada a aguardar al menos un minuto hasta poder escribirla o marcar la opción.
Miré al reloj en la pared: han pasado veinte minutos y llevo 26 hojas de las cincuenta. Creo que tengo que extenderme más.
Situé un codo sobre la mesa y recargué el mentón en mi palma para mirar a la ventana. No veo nada más que las copas de los árboles, dado que esta aula se halla en un quinto piso.
—¿Tiene alguna duda? —me preguntó el subdirector. Negué con la cabeza y el sujeto volvió a recargarse en la pared.
Repasé en la mente los cinco actos de Hamlet de William Shakespeare. Desde la imagen que yo me inventé del castillo real de Dinamarca, hasta el ofrecimiento de Fortimbrás del funeral militar en distinción a Hamlet, como yo supongo debió haber sido a pesar de nunca haber visto uno.
Siempre que idealizo un ataúd siendo enterrado, lo imagino sellado con una cadena y los que cubren con la tierra son verdugos.
Eché otro vistazo al reloj: trascurrieron otros diez minutos.
![](https://img.wattpad.com/cover/345659912-288-k897156.jpg)
ESTÁS LEYENDO
[2] CCC_Catarsis | TERMINADA | ©
Ficção Adolescente🖤 La propuesta de matrimonio de Alexey es la única oportunidad que tiene Janette de ayudar a su familia, sobre todo, a Derek. Es momento de destapar todo el trasfondo del conflicto entre la familia De'Ath y Ginebra, donde Jane se encuentra justo en...