Capítulo 62

146 30 19
                                    

Pasados cinco minutos más, Mijaíl apagó el auto, detrás del de Ulises.

—Me enloqueció pensar en que algo te sucediera —apuntó, todavía molesto.

—¿Por qué? —murmuré.

—¡No tengo idea! —echó la cabeza atrás y suspiró—. Nada más no quería que te pasara nada... —bajó la cabeza, mirando al volante—. No quiero que te pase nada.

—... Gracias por preocuparte por mí, pero... no tienes que hacerlo. No me va a ocurrir nada —me volví a él—. A veces pienso que nunca voy a morir.

—Todos vamos a morir algún día —repuso al voltear a verme.

—¿Tú crees? —pregunté con ironía. Es evidente que todos vamos a morir en determinado momento, de eso no hay duda—. Hablo de que yo ya la libré muchas veces.

—Por ejemplo —dijo el otro.

—No caí de la cornisa —respondí de inmediato.

Todavía me veía a los ojos, entonces prestó atención por un instante a mis labios y se acercó. Mentiría si dijera que no vi transparentar sus intenciones y lo haría también si dijera que intenté evitarlo.

Sujetó mi cara con ambas manos, las cuales estaban frías, contrarrestando con su rostro caliente.

Ya tenía su respiración pasando por mis labios, pero me separé de él en el momento exacto en que Harmony dio un golpe en el cofre del auto, por lo que preferí bajar al igual que el peliblanco.

—Pasa —ofreció la chica, señalándome su hogar—, es tu casa.

Este lugar no es pequeño. Por lo que veo, es ligeramente más limitada que la Mansión de Alexey, e igual aquí también hay perros guardianes, uno de los cuales me ladró e hizo que me escondiera detrás de Mijaíl.

—No te va a hacer nada —me aseguró Ulises, quien ya estaba por entrar a la vivienda.

Crucé el patio e ingresé después de Vivian. Cada uno se puso cómodo en la sala, lo que me hizo asumir que no es su primera vez aquí.

Eché un vistazo alrededor, buscando cualquier señal de vida, mismas que no encuentro. Tampoco había guardaespaldas afuera, por eso me asustó el can; no había nadie que le sujetara la correa si decidía lanzarse sobre mí.

—Puedes sentarte donde quieras —Harmony me brindó cualquier sitio que yo deseara, a lo que, posterior a considerar mis opciones, opté por el sillón individual.

Tomé asiento y estiré las mangas de la chaqueta.

Siento que estoy en casa de Alexey, ambas residencias emiten la misma energía. No obstante, aquí no hay nadie vigilando y no parece haber ningún empleado.

—¿Te podemos hacer unas preguntas? —solicitó Vivian dirigiéndose a mí, al momento en que me dio una soda enlatada.

—... Creo que me tengo que ir —iba a ponerme de pie.

—¡No! —gritó la anfitriona. Volví a sentarme—. No queremos molestarte, nada más es para conocerte. En realidad, no sabemos mucho sobre ti.

Saben mi nombre y dónde vivo, con eso debería serles más que suficiente.

—¿Qué quieren saber? —inquirí con desconfianza.

—¿Recuerdas el día que Mijaíl se acercó a ti, cuando recién entraste al Liceo? —comenzó Ulises.

—Sí —respondí, posterior a echar un vistazo al mencionado chico.

—¿Entonces? —reclamó el cabecilla.

[2] CCC_Catarsis | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora